Los héroes enmascarados fueron populares en la década de 1930, la década que vio la introducción de The Lone Ranger, The Green Hornet y Batman.
Mientras, en México, las multitudes veían el nacimiento de la lucha libre como espectáculo, uno en el que se conjugan elementos míticos y simbólicos para agregar misterio y fascinación sin sacrificar lo esencial de la competencia deportiva.
Conforme cada luchador ofrecía una actuación tan teatral que el público sabía quién era el técnico (buen chico) y quién era el rudo (villano), el deporte fue reflejo de una de las épicas alternas de la vida nacional, así como la proyección de las pasiones locales y del lenguaje más colorido.
Con la promesa de promover el encuentro de los públicos de toda clase y procedencia, la lucha libre tocó las fibras mexicanas más importantes, y por si fuera poco, dio el salto del cuadrilátero a la pantalla, donde también atrajo a miles de fanáticos mientras hacia competencia con los otros enmascarados como los anteriormente mencionados que definieron la cultura popular.
Desde luego, el más famoso de todos fue El Santo, cuya popularidad inspiró un cómic y, años más tarde, una serie de películas. Rodolfo Guzmán Huerta, quien interpretaba al "enmascarado de plata en el ring", rechazó una aparición en El Mascadero De Plata (The Man In The Silver Mask) de 1952, aunque luego cedió y asumió papeles secundarios en Santo Vs The Evil Brain y Santo Vs The Infernal. Men, iniciando una franquicia que duró hasta la década de 1980.
En el momento de Santo vs The Zombies (1961), la fórmula se había establecido: entre combates de lucha libre, Santo ayudó a la policía a resolver un misterio, rescatando a un amigo secuestrado de un antagonista sobrenatural y luego regresó al ring cuando se reanudó la normalidad.
Sin embargo, ya sea que se encontrara con vampiros, hombres lobo o momias, Santo nunca encontró un oponente al que no pudiera derrotar con un agarre uno contra uno.
Las películas se hicieron de forma rápida y económica, y aunque es más probable que la audiencia moderna recuerde más al Batman de la era de Adam West, gozó de suficiente éxito como para abrir las compuertas a otros luchadoras mexicanos a la pantalla grande, y es por eso que hoy recordamos a otros tres grandes nombres que brillaron en los golpes y en el séptimo arte.
Visita en nuestra galería algunos posters de películas de lucha libre.
1. El Rayo de Jalisco
El mítico Rayo de Jalisco, quien tuviera una brillante carrera como luchador profesional durante más de cuarenta años, se ha consolidado como unas de las máximas luminarias de todos los tiempos en este deporte.
Don Maximino Linares, quien portara en el ring la legendaria máscara negra, participó en varias luchas de apuesta, venciendo a nombres como Los Hermanos Muerte y Chino Chow.
Perdió la máscara en 1989, en Monterrey, ante el también legendario Blue Demon, en una de las luchas de apuestas más importantes de la historia de la Lucha Libre Mexicana. Su imagen fue también representativa del arraigadísimo cine de luchadores.
Fue famoso por actuar en películas como El triunfo de los campeones justicieros (1974), El robo de las momias de Guanajuato (1972), y Ssuperzam el invencible de 1971.
El Rayo de Jalisco. Fuente: Publimetro
2. Huracán Ramírez
Las historias de Blue Demon y El Santo comenzaron en el cuadrilátero para posteriormente consolidarse en el cine mexicano, pero existe un caso particular que siguió un camino totalmente contrario.
En el auge de la lucha libre mexicana, a mediados del siglo XX, el productor Joselito Rodríguez y su hijo Juan Rodríguez Mass idearon un personaje ficticio con identidad de luchador para sus películas: el Huracán Ramírez. El renombre fue tal que el enmascarado no demoró en incursionar en las mejores arenas del país.
Era el año de 1952 cuando llegó a la pantalla grande la película del luchador. En aquel entonces, el productor y su hijo optaron por otorgar el personaje al galán del cine mexicano David Silva Guglielmeti, quien le dio vida a Fernando Torres, el hombre detrás de la máscara del Huracán Ramírez.
Su presencia en la pantalla grande, así como la calidad en su interpretación, rápidamente le abrieron paso entre los aficionados del pancracio nacional. Por otro lado, Eduardo Bonada fue el luchador que dio vida, de manera simultánea, al Huracán fuera del cine, un terreno donde las habilidades histriónicas del galán Silva eran superadas. De esa forma, se encargó de presentar al personaje en las arenas, así como consolidar la aceptación y éxito que se cosechó desde la difusión de la película.
Fue entonces cuando comenzó la leyenda, y aunque el personaje cambió de intérprete, nunca perdió fuerza.
Destacó en películas como De sangre chicana, de 1974; Huracán Ramírez y la monjita negra, de 1973; El Hijo de Huracán Ramírez, de 1965; y Huracán Ramírez, de 1963.
El Huracán Ramírez. Fuente: Lucha Libre
3. Octagón
La lucha libre contemporánea no se entiende sin Octagón.
Su gran auge en la década de 1990 impulsó su carrera en varios sentidos, uno de ellos fue su llegada al cine con dos películas que revivieron el cine de luchadores y se convirtieron en éxitos de taquilla.
Así como fue un éxito en el ring, también lo fue en películas como Octagón y Atlantis: La revancha y Octagón; y Máscara Sagrada: Lucha a muerte.
Menospreciadas por muchos y criticadas por otros, ambas películas atrajeron al público, provocando buenas entradas al grado de permanecer 16 semanas en cartelera.
Contrario a las historias fantásticas que caracterizaron a las películas de El Santo, Octagón protagonizó tramas relacionadas con asuntos delictivos: tráfico de armas y robo de arte.
Con casi 40 años de carrera el amo de los ángulos, Octagón aún se mantiene vigente y con un legado luchistico más que vivo.