En 1985, el director japonés Juzo Itami reveló al mundo su obra Tampopo, una carta de amor al ramen convertida en aventura que trata con hábil sátira al más natural de los impulsos humanos: nuestros apetitos.
Protagonizada por Tsutomu Yamazaki, Nobuko Miyamoto, y Ken Watanabe, la publicidad de la película en su época tenía un eslogan que aclamaba ser "el primer Noodle Western", un juego de palabras en comparación al Spaghetti Western, es decir, el cine procedente de los estudios italianos, en relación a la sopa ramen. Su primera proyección en Occidente fue en el Festival de Toronto en septiembre de 1986, convirtiéndose en uno de los filmes japoneses más reconocidos a nivel mundial.
Para muchos, es la primera película de la época -- y no estadounidense -- que parecía querer hacer algo más que ceñirse a una historia lineal a pesar de su trama de comida, que jugaba con el lenguaje del cine mientras intentaba hacerlo todo: ser una comedia y un drama, mostrar muerte, sexo y comida todos juntos, a veces, en la misma escena.
En la superficie, se trata de una historia simple: se refiere a una viuda que hace ramen, Tampopo, y su hijo, Shohei, cuya tienda de ramen está asediada por matones y asediada por la mediocridad. Por el otro lado, como si se tratara de un feliz accidente, Goro, un camionero fuerte y silencioso amante del ramen y su entusiasta compinche, Gun (Ken Watanabe) pasan por allí, aunque Goro se horroriza por el ramen de calidad inferior, pero se enamora de su creadora, así que toma a Tampopo bajo su protección y decide supervisar su metamorfosis de viuda a una gran cocinera del plato local.
Fuente: The Criterion Channel
Intercalando los esfuerzos de Tampopo y sus amigos para hacer de su café un éxito con las hazañas eróticas de un gángster gastrónomo y destellos de la cultura gastronómica, la función es un himno profusamente inclusivo a la cultura gastronómica y a los placeres sensuales de la nutrición, así como una de las mejores películas culinarias.
En ella, la verdadera estrella de la película es un amor genuino por el ramen. Y es que dentro de la función, uno puede encontrar los puntos más finos de cómo hacer caldo, la importancia de poder recordar los pedidos rápidos de los clientes, la cantidad de lejía que va en el agua utilizada para hacer la masa de fideos, e incluso datos sobre la altura del paso y la profundidad del mostrador en lo que respecta a los tazones de ramen.
Haciéndose a su vez una introducción concisa sobre la metodología y la secuencia adecuada para comer un plato de ramen, Tampopo, que significa "diente de león" en japonés, se deleita en desviarse y en deambular por calles secundarias para contar otras historias, por lo que no es exagerado ver la cámara de Itami a veces flotando de escena en escena como tal.
Al final, la entrega de Juzo Itami no se parece a nada a lo que piensas que sería, nada, en realidad, como cualquier cosa que se haya visto antes. Tal vez sea esta sensación de sorpresa, de descubrir algo tan fresco y lleno de alegría, lo que ha mantenido a la película en la cima del cine culinario.
El mundo que recibió la entrega en su primer lanzamiento ha cambiado mucho que el que lo saludó en su relanzamiento. En aquel entonces, la exploración de la cocina en el cine era libre e inexplorado, hoy día, hay un local de ramen en cada esquina y un documental de Netflix sobre cada tema, pero a través de todos ellos fluyen los aromas ricos, satisfactorios y cálidos de Tampopo, una comedia innovadora y entrañable hasta hoy.