Alexandre Balthazar Laurent Grimod De La Reynière fue un conocido aristócrata en la Francia napoleónica que complació a su paladar con gran empeño, lo que lo convirtió en un símbolo en el París de su época y el primer periodista gastronómico de la historia.
A partir de 1803, Grimod De La Reynièr, cuya fortuna familiar se perdió durante la Revolución Francesa, financió su exquisito apetito escribiendo una serie de guías sobre las maravillas culinarias de París, sus famosas tiendas de delicatessen, pastelerías y chocolaterías, además de las primeras reseñas de los recién instituidos restaurantes.
Grimod De La Reynièr publicó Almanach Des Gourmands, los Michelin y Zagat de aquella época, el cual reflejaba su estilo poco convencional y totalmente innovador.
Dichos Almanachs invitaban a realizar detallados recorridos gastronómicos por París a pie, a los que llamaba itinerarios nutricionales, lo que fue un parteaguas.
Estos ejemplares también contenían mordaces comentarios sobre los chefs de aquella época y todo una digresión sobre cuál era la mejor manera de cocinar ciertos platillos, vaya, que contenía todo lo que actualmente portales especializados en gastronomía hacen, por lo que fue todo un visionario.
Un dato curioso de su vida es que nació en 1758 con manos deformes ya que una se asemejaba a la garra de un pájaro y la otra a una pinza, pero eso no lo limitó ya que con ayuda de una prótesis de metal aprendió a escribir y comer.
Antes de que estallara la Revolución Francesa, Grimod De La Reynièr ya se había convertido en un exitoso crítico de teatro al que le gustaba disfrutar de los salones literarios en los cafés de aquella época y, por supuesto, comer.
Cuando empezó a escribir sus guías era un momento culinario crucial ya que París contaba con el dinero de las conquistas imperiales de Napoleón y se establecía como la capital gourmet de Europa.
Era la época ideal para hablar de gastronomía y Grimod De La Reynièr lo sabía. Chefs famosos de aquella época como Marie-Antoine Carême, quien sirvió en las cocinas reales de Alejandro I de Rusia y el futuro Jorge IV de Inglaterra, también se habían animado a escribir varios libros de cocina.
El boom de los restaurantes llegó, una novedad que lo cambió todo debido a que ofrecían a los clientes mesas privadas y la oportunidad de elegir comidas finas preparadas individualmente.
Fue el momento perfecto para que los talentos de Grimod De La Reynièr florecieran y trascendieran, aunque su nombre no es tan conocido como el de Jean Anthelme Brillat-Savarin, aunque él literalmente inventó el género de la crítica gastronómica.