Luis Buñuel y Jean-Claude Carrière se conocieron por primera vez en el Festival de Cannes de 1963, y desde esa ocasión, se formó una alianza de cine, cultura, vida y hasta muerte, una que resalta como algunas de las más interesantes en la historia del cine.
Jean-Claude nació el 17 de septiembre de 1931 en Colombières-sur-Orb (sur de Francia) de padres viticultores que se mudaron a París en 1945 para abrir un café, de joven fue un alumno brillante.
Bibliófilo, apasionado por el dibujo, la astrofísica, el vino, aficionado al Tai-Chi-Chuan (arte marcial), Jean-Claude Carrière presidió durante diez años la Escuela Nacional Superior de Oficios de la Imagen y el Sonido, principal escuela de cine en Francia. A los 26 años, escribió su primera novela, "Le Lézard" (El lagarto), hizo su servicio militar en Argelia, y conoció al director Jacques Tati y al principiante Pierre Etaix.
Buñuel, por su parte, nació en el pueblo de Calanda un 22 de febrero de 1900. A lo largo de su juventud, formó relación con los poetas y escritores de la Generación de 1927. Viajó y triunfó en París y en Estados Unidos tras trabajar en el Museo de Arte Moderno (MoMA) en Nueva York antes de su llegada accidental a México en 1946, donde estableció su residencia.
Luis Buñuel y al fondo Jean-Claude Carrière. Fuente: Twitter
El encuentro se dio cuando el director francés Serge Silberman –quien para entonces tenía cierto prestigio, por haber producido Bob le flambeur de 1956 y Un paso a la libertad de 1960, se acercó al cineasta aragonés para proponerle que hicieran una película en la industria francesa. La negociación fue de ida y vuelta: Buñuel quería trabajar de nuevo con Silvia Pinal, pero Silberman le propuso, en su lugar, a Jeanne Moreau, quien finalmente interpretó a Célestine, la protagonista.
Al mismo tiempo, para escribir la adaptación de la novela de Mirbeau, Silberman le entregó varios nombres de guionistas muy destacados; Buñuel los rechazó a todos, pero finalmente se decidió por un “joven muy inteligente”. El muchacho en cuestión, que entonces tenía poco más de 30 años, se llamaba Jean-Claude Carrière y en su muy corta carrera como guionista había trabajado exclusivamente para el comediante Pierre Étaix.
“Lo conocí cuando tenía 32 años, en Cannes", mencionó Buñuel alguna vez, "él estaba buscando un joven guionista francés que conociera bien Francia y fui a verlo al hotel Montfleury".
La primera pregunta que le hizo Buñuel, con una mirada muy precisa, profunda, fue: “¿Bebe usted vino?”, lo que interpretó Carrière como una pregunta para saber si pertenecíamos al mismo mundo. Cuando le contestó que no solamente bebía vino sino que venía de una familia de productores de vino del sur de Francia, la cara se iluminó, y bebieron, marcando el inicio de una gran aventura en conjunto.
La pareja finalmente debutó con Diario de una camarera, en 1963, y le siguieron Belle de jour en 1966, La vía láctea en 1967, El discreto encanto de la burguesía de 1972, El fantasma de la libertad en 1974, y Ese oscuro objeto del deseo de 1977, última de Buñuel.
Carrière fue decisivo para reeditar bajo cierto control el indomable surrealismo buñueliano y para asentar y prolongar su carrera en Francia, donde resaltó entre algunos de los nombres más importantes de la Nueva Ola Francesa, y consiguió ganar importantes reconocimientos como el León de Oro de Venecia y el Oscar, pero sobre todo, para impulsar su popularidad entre públicos más amplios de todo el mundo.
El encuentro con de Buñuel con Carrière fue determinante para el descubrimiento de un nuevo discurso escrito que favorece a continuación las audacias narrativas por la imagen, concediendo a los sueños, ensoñaciones y divagaciones de la imaginación el estatus adulto.
A Carrière se atribuye el inventario de las cinco obsesiones de Buñuel: Dios, muerte, mujeres, vino y sueños. También el carácter lúdico de sus últimos filmes, que cultivan el gusto por la paradoja.
Gracias a su fusión, al fin lo imaginario accede en igualdad de derechos con lo vivido. Jean-Claude Carrière ofrecía la doble cualidad de ser intelectualmente de cultura francesa y latino de temperamento, lo que facilita la complicidad necesaria para lograr cosas tan importantes.
Carrière y Buñuel hicieron juntos muchas más cosas. Escribieron, por ejemplo, guiones que no prosperaron por problemas de producción u otros contratiempos, entre ellos las adaptaciones de las novelas El monje -dirigido luego por Ado Kyrou- y Là-bas, este último disponible en castellano gracias al Instituto de Estudios Turolenses, que ha publicado muchos libros de y sobre Buñuel.
Además de un gran trabajo en conjunto, se encuentra una hermosa amistad que está igualmente llena de maravillosas excentricidades.
En su autobiografía Mi último suspiro, Buñuel recuerda un peculiar pero entrañable ritual que ejemplifica los entresijos íntimos de su relación: Por ejemplo, después de dejar a Buñuel en su meditación diaria de 45 minutos, Carrière regresaba para preguntar serenamente por cualquier historia de farsa que el director había inventado durante sus ensoñaciones.
Para Buñuel, soñar tales escenarios no era tan importante como contarlos, y Carrière era el oyente perfecto, y eso se vio en el trabajo que lograron.
Tal confianza y comodidad encarnan la naturalidad con la que la visión surrealista y absurda de Buñuel y el agudo ingenio de Carrière no solo se sostienen entre sí, sino que se fusionan en un todo inimitable.
Luis Buñuel murió el 29 de julio de 1983, Ciudad de México, mientras Jean-Claude murió el 8 de febrero de 2021, París, Francia.