La historia de Ludwig Mies van der Rohe, el máximo representante de la sobriedad moderna en la arquitectura, resulta fascinante, turbulenta y un poco oscura si se analiza con detenimiento.
El autor de obras como la casa Farnsworth, localizada en Illinois; las dos torres del Lake Shore Drive Apartments de Chicago; y el edificio Commonwealth Promenade Apartments, que también se encuentra en la llamada Ciudad de los Vientos, no estudió arquitectura, lo que puede resultar increíble para algunos.
Lo anterior no lo frenó, en lo más mínimo, para alcanzar su objetivo: construir y dejar un legado.
Para lograr su meta, Ludwig Mies van der Rohe apoyó a los nazis, abandonó a su mujer y hasta, estando consumido por la artritis, acudió a las obras en silla de ruedas a lo largo de dos décadas.
De Mies van der Rohe podemos hablar decenas de cosas, pero sus acciones dicen mucho más y bueno, dejó un legado de tantas obras maestras como una gran huella en la proliferación de rascacielos de vidrio y acero.
A pesar de no tener estudios, Mies leyó toda su vida. Su primer cliente, el filósofo Alois Riehl, le inculcó la costumbre y de ahí hizo suya la idea de la transformación del individuo como requisito para la transformación de la sociedad.
El también diseñador, quien nació en Aquisgrán, Alemania, el 27 de marzo de 1886, dirigió durante un tiempo la Escuela de la Bauhauss y puso de manifiesto en sus edificios un modelo prismático con estructura de acero y cierres de cristal.
En su frenética búsqueda de construir, Ludwig Mies van der Rohe buscó convertirse en el arquitecto de Hitler, pero Albert Speer fue el elegido. Lo tenía claro, si se quedaba en aquel país no avanzaría pues no podría materializar sus sueños, por lo tanto tomó sus maletas en búsqueda de ese lugar que le diera oportunidad de convertirse en un gran arquitecto.
Mies se instaló en los Estados Unidos en 1938 y seis años después se convirtió en ciudadano de ese país, de ahí que también logrará desarrollar -al lado de Phillip Johnson- el legendario edificio de oficinas Seagrem Building, en Nueva York, referencia obligada en este tipo de edificaciones, donde perfeccionó la estructura de pórticos y el muro cortina.
En México, construyó entre 1957 y 1961 el complejo de oficinas Bacardí, en el que utilizó el vidrio, el acero y el mármol travertino como materiales fundamentales de su arquitectura.
A este notable creativo, para quien en su honor hay un pabellón en Barcelona que lleva su nombre, se le atribuye la frase de "Menos es Más", tan recurrida por muchos creativos a nivel internacional.