Gran parte de los cimientos que reconocemos como arquitectura y diseño moderno comenzaron después de la Primera Guerra Mundial, específicamente en 1919, dentro de una pequeña escuela en la ciudad de Weimar, en Alemania: El Bauhaus.
Este famoso centro formativo de diseño formado por el arquitecto Walter Gropius, inspiró el Movimiento Bauhaus, cuyo objetivo fue acercar el arte y el diseño industrial a la gente común, y regresar a los artistas al trabajo manual, estableciendo una nueva estética que abarcaría todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Heinrich von Eckardt, quien fuera embajador de Alemania en México, explicó en su momento que el Bauhaus va desde la silla en la que nos sentamos hasta la página del libro que leemos.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos alemanes por reconstruirse a través del arte y la literatura tras los bombardeos de la Primera Guerra Mundial, el furor del nacionalismo conservador causado por los nazis, y el odio particular de Hitler por artistas como Paul Klee, Wassily Kandinsky, László Moholy-Nagy, y al propio Gropius, finalmente hicieron insostenible la hostilidad para la escuela, llevándola a trasladarse a Dessau en 1928, donde potenció el programa de arquitectura.
Ahí, estudiantes originarios de todo el mundo, recibieron clases sobre la teoría del color, uso de materiales y diseño general, para después pasar a especializarse en técnicas como metalistería, cerámica, pintura mural, telar, ebanistería, curaduría, y más.
Este instituto también apoyó la integración de mujeres artistas, que a la postre se convirtieron en estandartes del movimiento como Gunta Stölzl, Otti Berger, y Marianne Brandt, ya que estas décadas fueron un período en Alemania donde el sexo femenino estaba limitada a recibir una educación pública en muchos campos, incluyendo las artes.
Años más tarde, Bauhaus volvería a trasladarse en busca de un nuevo hogar, y aunque vivió su disolución en Berlín durante 1933, su ideal de crear un núcleo de innovación interdisciplinar que combina artesanía y diseño, fomentando comunidad como base del aprendizaje, así como alentando la experimentación de materiales no-cotidianos, justificando así el famoso principio de diseño funcionalista que es que la forma sigue a la función, ya se había propagado por el resto del mundo.
La escuela que nunca dejó de intentar evitar las polémicas con las autoridades finalmente llevó a sus catedráticos a las mejores escuelas de diseño en Estados Unidos, como Harvard y el Black Mountain College, incubadoras de la vanguardia estadounidense.
El diseño Bauhaus es simple y útil, y ahí encuentra su belleza. Sus pocos años le bastaron para superar la función de centro de enseñanza y convertirse no solo en la primera escuela de diseño del Siglo 20, sino en todo un movimiento artístico que se convirtió en un referente internacional de la arquitectura, el arte y el diseño.
Hoy, el compromiso por encontrar soluciones racionales y funcionales continúa siendo impartido en la Bauhaus-Universität Weimar, donde se imparten clases de arquitectura y urbanismo, ingeniería civil, arte y diseño, y comunicación y medios.
Estos son algunos de los edificios más identificables de dicha corriente:
El Bauhaus Archiv/Museum
Este recinto se dedica a investigar y presentar la historia y repercusión de la Bauhaus (1919-1933), la escuela más importante de arquitectura, diseño y arte del S. XX.
Walter Gropius, fundador y director de Bauhaus hasta 1928, ideó el edificio en Landwehrkanal, que se trabajó entre 1976 y 1979.
En este edificio se encuentra la colección más amplia de todo el mundo de Bauhaus. Fuente: © Bauhaus-Archiv / Karsten Hintz.
El Pabellón de Barcelona
Esta obra simbólica del Movimiento Bauhaus fue diseñado por Ludwig Mies van der Rohe y Lilly Reich, como pabellón nacional de Alemania para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.
Este recinto ha sido estudiado e interpretado exhaustivamente al tiempo que ha inspirado la obra de varias generaciones de arquitectos. Fuente: © Frida Natascha Estudio.
Casa Farnsworth
La Casa Farnsworth, construida entre 1945 y 1951, fue diseñada por el arquitecto Mies van der Rohe en Plano, Illinois.
Ahí, mientras der Rohe investigaba las posibilidades que el Pabellón Alemán aportaba a la vivienda unifamiliar, el matrimonio Farnsworth le encargó el diseño de su casa de campo.