Las películas de Wes Anderson son, literalmente, visiones de otro mundo y Asteroid City no es la excepción, por lo que fue bien aceptada en el Festival de Cannes 2023.
Este filme se rodó en Chinchón y otras localizaciones madrileñas. No obstante, para el resultado final de la película habría dado igual que se hiciera en Cinecittà o empleando la tecnología del Volume, pues está situada en decorados abiertamente irreales que buscan la deslocalización más allá de los elementos básicos para convertirse en lienzo en blanco para la ficción.
Así, cuenta con un desierto, el espacio minimalista por excelencia, no muy distinto a los fondos de los dibujos del Coyote y el Correcaminos (uno de ellos aparece en el filme, por cierto), y un tropel de personajes que llegan a Asteroid City con motivo de una convención de astronomía infantil.
El esquematismo está justificado: en realidad, Asteroid City es también una obra de teatro cuya representación conocemos en paralelo al making of, narrado con impoluta compostura por Bryan Cranston.
Edward Norton es el autor teatral y Adrien Brody el director de la obra, pero solo los veremos durante los interludios en blanco y negro y ratio de aspecto cuadrado que salpican el desarrollo de la obra, en panorámico y a color, dividida en tres actos y un epílogo, cada uno con sus distintas escenas meticulosamente detalladas por cartelas. Nada nuevo en el universo wesandersoniano, igual que las amargas perlas existencialistas que sueltan sus personajes.
Sobre todo Jason Schwartzman, un fotógrafo en duelo tras la muerte de su mujer, que tendrá una peculiar conexión con Scarlett Johansson en el papel de una actriz de tendencias autodestructivas (siempre que lo requieran sus personajes).
Las luminosas películas del director estadounidense nunca han tenido reparos en tratar temas espinosos como la depresión, el suicidio, la crisis de identidad y el desasosiego existencial.
En el apartado de las novedades dentro del grupo actoral del director entran incorporaciones tan óptimas como Tom Hanks haciendo del suegro de Schwartzman, Maya Hawke y Rupert Friend, cuyo baile country deja con ganas de verlos más en pantalla, o Margot Robbie con una aparición fantasmática que, como el resto de elementos de Asteroid City, quiere dejar buen sabor de boca pero termina sabiendo a poco.
El mantra del filme afirma que para despertar hay que estar durmiendo. En un contexto tan apocalíptico para la creatividad personal, como el del cine hollywoodiense actual, parece que Wes Anderson deja más que clara su visión.