Como hace 149 años, en abril de 1874, Claude Monet irrumpe en la escena con su obra plástica impresionista. Aunque esta vez no se trata, obviamente, de su primera exposición, sino de la primera vez que se muestran en México dos de sus trabajos (Nenúnfares y Valle Buona, cerca de Bordighera), los cuales forman parte de una exhibición en el Museo Nacional de Arte, Munal, en la que ponen a dialogar su trabajo con otros maestros del impresionismo, como Joaquín Clausell.
Desde hoy, 27 de abril, y hasta el 27 de agosto de este año, el Munal exhibe la muestra temporal “Monet. Luces del Impresionismo”, compuestas por estas dos obras nunca antes vistas dentro de México, las cuales llegan en préstamo gracias al convenio con el Museo de Arte de Dallas. Además, se exhibirá también otra obra del francés, perteneciente a la colección privada del Museo Soumaya Fundación Carlos Slim. Se trata de Paisaje en Port-Villez.
Estas tres obras son piezas referenciales en la historia de Claude Monet, y la curaduría ha elegido otras obras importantes dentro del movimiento impresionista, que forman parte de la colección permanente del Munal.
Valle Buona, cerca de Bordighera, 1884. Claude Monet. Foto: Museo Nacional de Arte
Abril: de formato impresionista
Abril ha sido un mes trascendente en la historia del impresionismo. El clímax de la primavera, la irrupción brutal de la luz y el clima que obliga a estar en exteriores –preferentemente en la campiña– han acompañado al primer ismo de las vanguardias.
El 15 de abril de 1874 tuvo lugar la primera exposición impresionista en París. En un estudio alquilado por el fotógrafo Gaspard-Félix Tournachon, conocido como Nadar, se presentaron las obras de jóvenes artistas como Monet, Renoir, Degas, Sisley, Boudin, Cézanne y Camille Pissarro, entre muchos.
Para esta nueva generación, resultaba fundamental el registro de la luz en el paisaje, tanto urbano como rural, así como el empleo de una gama de colores primarios y ricos empastes en pinceladas cortas y difuminadas. Nacía entonces uno de los momentos más queridos en la historia del arte.
“A lo largo de ocho exposiciones, entre críticas, controversia y paulatina adaptación, la nueva corriente artística puso énfasis en las ciudades modernas, el entorno natural, los grandes salones de baile y la vida nocturna como temas prioritarios en el preámbulo de la Primera Guerra Mundial. Los ecos de aquel movimiento tuvieron gran resonancia en el continente americano –con Childe Hassam, William Merrit Chase, John Henry Twachtman y Mary Cassatt en los Estados Unidos–, y especialmente en nuestro país, a partir del registro magistral de planos, horizonte e iluminación que dejaron el mexiquense José María Velasco y su condiscípulo Carlos Rivera.
Paisaje en Port-Villez, 1883. Claude Monet. Foto: Museo Nacional de Arte
“Joaquín Clausell, Francisco Romano Guillemín, Armando García Núñez y Mateo Herrera, entre otros, incursionaron en la pintura de paisaje mediante portentos lumínicos y cromáticos –incluso con el empleo de la técnica puntillista del neoimpresionismo, como en el caso de Guillemín– para retratar aquella belleza del entorno con un nuevo vocabulario de pinceladas, al decir del historiador de arte George T. M. Shackelford”, señala el dossier del Munal sobre esta expo.
Valle Buona, cerca de Bordighera (1884) y Nenúnfares (1908), llegan a México por primera vez, como resultado de la colaboración entre el Museo de Arte de Dallas y el Museo Nacional de Arte, y el Paisaje en Port-Villez (1883), un trabajo anterior a aquellos dos, es un préstamo de la colección del Museo Soumaya Fundación Carlos Slim. Junto con otras nueve piezas de la colección propia del Munal, esta exposición internacional destaca los valores técnicos de la modernidad que tuvieron resonancia en ambos lados del Atlántico.
Entre las obras del Impresionismo mexicano que se podrán contemplar, está El pedregal (1906), del campechano Joaquín Clausell, quien tuvo como temas centrales –de acuerdo con la pluma de Héctor Palhares en la presentación del dossier– “las inmediaciones de Santa Anita, Huipulco, las Fuentes brotantes, Xochimilco, Iztacalco, San Ángel –zonas finalmente periféricas para la época–, (…) con claras evocaciones literarias y poéticas. Estas obras nos indican la oposición a las construcciones urbanas, ya que edificaron un imaginario en torno a un paisaje imperecedero, como si éste simbolizara el retorno o la recuperación del orden natural”.
El pedregal, 1906. CJoaquín Clausell. Foto: Museo Nacional de Arte
La muestra está disponible en el segundo piso del Munal (Tacuba 8, Centro Histórico de la Ciudad de México) hasta el 27 de agosto, entre 10 am y 6 pm (con último acceso a las 5:30 pm) de martes a domingo. Hay visitas guiadas gratuitas incluidas con el boleto de acceso al museo.
Vale la pena asomarse, en estos meses de sol, a las Luces del Impresionismo en el Munal… y algunos otros museos de la Ciudad de México.