Estos cuatro directores de cine tienen algo en común además del hecho que sus apellidos empiezan con la letra C: que son hijos de otros encumbrados… y que han puesto su grano de arena en el séptimo arte, emancipándose de la sombra de sus padres.
Sofia Coppola, hija del creador de El Padrino, Francis Ford Coppola; Brandon Cronenberg, hijo del director de la fetichista y erótica Crash, David Cronenberg; Jonás Cuarón, hijo del primer mexicano que ganó un Oscar a Mejor Director, Alfonso Cuarón, y Nick Cassavetes, hijo de John Cassavetes, padre del cine indie en Estados Unidos.
Todos ellos, como dice el refrán, no cayeron lejos del árbol. Aquí, para sortear mejor el síndrome de abstinencia de la montaña de emociones cinéfilas, luego de pasada la temporada de premios que culmina con los Oscar, te recomendamos cuatro películas de estos creadores, que han alcanzado su propio lugar tras la claqueta.
Las Vírgenes Suicidas (1999)
Sofía ha ganado notoriedad propia por la estética de sus películas y la disruptiva banda sonora de temporalidad que no corresponde con la época de sus historias.
Las Vírgenes Suicidas es su opera prima, basada en la novela homínima de Jeffrey Eugenides. Es un introspectivo y peculiar estudio sobre la adolescencia, particularmente la femenina, y la educación represora desde el propio hogar.
A mediados de los años 70, en un barrio residencial de una ciudad norteamericana, vive en perfecta armonía la familia Lisbon. Todos los chicos suspiran por las cinco hermosas hermanas Lisbon.
Sin embargo, ese paraíso se desmorona cuando Cecilia, la menor, se suicida a los 12 años. ¿Cómo puede convivir la belleza más pura con una macabra historia adolescente? Ésta es la pregunta que persigue a uno de aquellos adolescentes que, ya en su madurez, aún no ha podido olvidar los sucesos ocurridos 20 años antes.
La temática del suicidio adolescente pasa por ser, a la fuerza, un tema escabroso, pero Sofia Coppola lo trata de una forma sutil, elegante y misteriosa. Con Kirsten Dunst, una de sus actrices recurrentes, Coppola logra presentar un tema tan delicado de una forma casi inevitable.
Diario de una pasión (2004)
Algunos han criticado el trabajo de Nick Cassaventes y le han han achacado que no resultó tan talentoso como su padre, John Cassaventes. Sin embargo, uno de los filmes románticos más consumidos de las últimas dos décadas es confección de Nick: Diario de una pasión.
Un drama romántico que cuenta la historia de Allie y Noah, un par de modernos Romeo y Julieta que se enamoraron indebidamente, e irremediablemente terminaron juntos, aunque separados por el Alzheimer.
En una residencia de personas de la tercera edad, un hombre (interpretado por James Garner) lee a una mujer (la actriz Gena Rowlands, madre del director Nick Cassaventes) una historia de amor escrita en su viejo cuaderno de notas.
Es la historia de Noah Calhoun (Ryan Gosling) y Allie Hamilton (Rachel McAdams), dos jóvenes adolescentes de Carolina del Norte que, a pesar de vivir en dos ambientes sociales muy diferentes, se enamoraron profundamente y pasaron juntos un verano inolvidable, antes de ser separados, primero por sus padres, y más tarde por la guerra.
Cuando el hombre que lee a la mujer en el asilo de ancinos revela que ellos son los propios protagonistas de la historia, Allie, quien padece Alzheimer, tiene un momentáneo oasis de memoria, y logran pasar unos minutos como en los viejos tiempos.
Año Uña (2007)
El debut de Jonás Cuarón es Año Uña, un interesante filme sobre el amor. Trata del romance imposible entre Molly, una norteamericana de 21 años, y Diego, un mexicano en plena pubertad. Molly viaja a México y alquila una habitación en casa de Diego, con quien congenia inmediatamente.
Diego, a quien hasta entonces consumía el deseo por su prima Emilia, dirige ahora su obsesión hacia Molly. A ella le gustan los coqueteos de Diego, en los que encuentra la atención y el respeto que le faltan en sus relaciones con otros novios.
Pero la trama de romance imposible (bastante manoseado en la industria fílmica) no es la maravilla exquisita de esta película, sino el formato. La forma le ganó al fondo.
Año Uña se rodó durante un año, en el cual no hubo guión, sino que se fue trabajando sobre la marcha. No se dio ningún llamado a los actores ni mayor guía de su parte, hasta el momento de estar frente a la cámara, otra de las novedades: la película es una colección de fotogramas, ya que fue filmada con una cámara fija Nikon FM2. El reparto se fue inventando día con día durante un año.
El filme es una secuencia de fotos, con diálogos y subtítulos en inglés y español, que dura 82 minutos. A uno de los personajes le daría voz (en off) el escritor Salvador Elizondo, abuelo de Jonás Cuarón, pero el literato mexicano falleció antes de poder hacerlo.
Possesor (2020)
Hace tres años, el canadiense Brandon Cronenberg ganó dos premios en el Festival Internacional de Cine de Fantástico de Sitges: Mejor Película y Mejor Dirección. Fue por la película Possesor, un filme de suspense criminal ambientado en un mundo distópico, en el que un empresario crea mercenarios asesinos con implantes cerebrales.
El hijo de David Cronenberg, señaló la crítica, sacó lo mejor de su padre y logró elevar el nivel. Esa película fue calificada de original, perturbadora e inquietante.
En un marco de brutal capitalismo tardío, la protagonista se introduce en las mentes de sus víctimas, convirtiéndolos en muñecos de voluntad moldeable que responden a intereses económicos invisibles. A Cronenberg no le falla el pulso a la hora de mostrar imágenes brutales, de una contundente violencia corporal y psicológica.
Possessor tiene un interés por golpear las retinas del espectador con secuencias de rítmico y apabullante montaje, y un envolvente y claustrofóbico diseño sonoro. El terrorífico concepto de la pérdida de la propia voluntad le sirve al cineasta canadiense de marco general para ejercitar el músculo distópico y ofrecer, gracias a un entregadísimo reparto, un verdadero carrusel de fulgor actoral.