A través de sus reflexivas películas, el legendario cineasta Kenji Mizoguchi logró retratar el lugar de la figura femenina en la historia de Japón, lo que resulta imperdible.
Mizoguchi enfocó su atención en el papel de la mujer en dicha sociedad, por lo que invita al espectador a reflexionar sobre una gran variedad de problemas sociopolíticos e históricos del antiguo Japón, mismos que se reflejan en el espejo de la modernidad que le tocó vivir al director durante la primera mitad del siglo XX.
La importancia de Kenji Mizoguchi radica en que este es el primer cineasta que arrojó luz sobre la figura e importancia de la mujer en la historia de Japón.
En la obra de Mizoguchi se pueden observar tres arquetipos femeninos recurrentes: la prostituta, la princesa y la sacerdotisa.
Para lograr comprender el universo de Kenji Mizoguchi, repasaremos tres de sus mejores filmes y hablaremos, muy a grandes rasgos, de qué es lo que las hace tan especiales.
Las hermanas de Gion
Año de estreno:
1936
¿De qué trata?
Las hermanas Omocha y Umekichi son dos geishas que viven en el barrio de Gion, en Kioto. Encarnan dos polos opuestos de la mujer japonesa: mientras Omocha es una chica moderna, Umekichi sigue siendo una tradicional mujer japonesa. Dicho contraste se agudiza cuando el negocio del mercader Furusawa, su protector y también cliente habitual, quiebra
La vida de Oharu
Año de estreno:
1952
¿De qué trata?
En el Japón del siglo XVII, Oharu, hija de un famoso samurái, es expulsada de la corte de Kioto y condenada al exilio por enamorarse de un criado. Tras la ejecución de su amante, Oharu es obligada por su padre a convertirse en la concubina de un gran señor, al que su esposa no ha podido dar un heredero. Para dar un giro más inofortunado a su historia, después de dar a luz le arrebatan a su hijo y es expulsada de esta casa.
La emperatriz Yang Kwei-fei
Año de estreno:
1955
¿De qué trata?
Ambientada en la China del Siglo VIII, Mizoguchi narra la historia de amor entre el emperador Hsuan Tsung, viudo desde hace algunos años, y una joven plebeya que se parece mucho a su mujer fallecida. La familia Yang pretende proporcionar al emperador una consorte para poder consolidar su influencia sobre él tras la muerte de su esposa.
Para ello, deciden preparar a una pariente del general An Lushan que trabajaba en la cocina, de quien se enamora locamente el emperador y convierte en princesa: la Princesa Yang Kwei-fei. Los Yang consolidan su influencia, pero An Lushan no queda conforme con la posición en la que ha quedado, lo que le motivará a tomar acciones contra los Yang.