A lo largo de toda su vida, Julio Cortázar amó a muchísimas mujeres pero si se quiere saber con quién estuvo más tiempo y quién le fue la más fiel, entonces la respuesta correcta es Aurora Bernárdez, su incondicional y gran admiradora.
A ella la conoció en 1952 y, aunque se separaron por varias décadas, Aurora volvió con él para acompañarlo en sus últimos años.
La también traductora y escritora fue su esposa por un lapso de 14 años, de 1953 a 1967.
Resulta que cuando Julio escribía Rayuela, Aurora era la mujer que estaba a su lado. Desde aquel momento, en el que apenas unos cuantos sabían de la existencia de aquella novela, ella sabía perfectamente que dicha novela estaba destinada a convertirse en un clásico, sobre todo para los jóvenes.
Aurora Bernárdez. Fuente: Universidad San Jorge
Aurora Bernárdez, como nadie más, estuvo cerca de la creación de los personajes y de la historia de estos enamorados.
Lo que hizo Cortázar fue resumir las inquietudes de toda una generación que no contaba con las palabras para decir lo que pensaba en este libro.
La fascinación que suscitó el personaje de La Maga llegó al grado que la escritora argentina Alejandra Pizarnik aseguraba ser su inspiración, debido a que había conocido por coincidencia al autor vagando por París.
Sin embargo, Julio aclaró que Pizarnik no podía ser su inspiración porque estaba por acabar la novela cuando la conoció. ¿Pero entonces quién es la verdadera Maga? Muchos pensaron en algún momento que era Aurora Bernárdez.
Pero resulta que la época en que apenas estaba concibiendo la novela, Julio conoció a Edith Aron. Acerca de ella hay que decir que nació en Sarre, un pequeño estado alemán, pero desde niña se fue con su familia a Argentina para huir de los nazis.
En 1950, en el barco que la regresó a Europa, conoció a Cortázar. Edith se dio cuenta de que Julio no le quitaba el ojo de encima, pero a lo largo del viaje no se hablaron. Más adelante, en París, se encontraron en el cine, en la calle y en los Jardines de Luxemburgo. Como Julio creía en las coincidencias, no pudo evitar entrar en contacto con aquella hermosa joven que se encontraba por todas partes.
En su primera cita, Julio le leyó un poema, tomaron una copa y hablaron de sus amigos en común en Argentina. Con los años, la intimidad entre ambos fue creciendo.
Edith decía que Julio era muy culto y divertido. A veces esta se avergonzaba de que Cortázar fuera tan inteligente, pero también disfrutaba mucho todo lo que aprendía con él. Además, pasaron tiempo juntos, no todo lo que cuenta la novela, pero sí algunos episodios: "Como ese en el que encontramos un paraguas viejo en las calles de París y le dimos una ceremonia de entierro".
Sin embargo, llegó el día en que Cortázar se decidió por Aurora. Edith no se dio cuenta de lo mucho que le dolió el haberlo perdido, hasta el día en que comía por primera vez en compañía del escritor y Aurora, en su departamento, y tuvo que entrar a llorar al baño.
Pese a esto, Aurora Bernárdez y Julio Cortázar decidieron separarse y mantenerse como bueno amigos hasta que el famosísimo autor falleció.
Con el paso de los años su reputación de gran traductora se consolidó y publicó obra cortazariana entre la que destaca Cortázar de la A a la Z, un diccionario biográfico ilustrado, Cartas a los Jonquieres y Papeles inesperados.