Uno de los más grandes documentalistas que ha tenido México ha sido Eugenio Polgovsky cuyo trabajo siempre se caracterizó por contar con una gran fuerza creativa y sensibilidad, por lo que algunos incluso lo consideran un poeta visual.
Las películas de Polgovsky se caracterizan por entretejer historias de una forma única, siempre ofreciendo su voz y mirada, lo que cambió por completo el panorama del documental en México.
Su interés cinematográfico estuvo volcado hacia la vulnerabilidad del ser y la naturaleza, lo que se convirtió en su sello personal.
Sus trabajos fueron capaces de mostrar, con gran sutileza y arrojo, el caos, el horror, la brutalidad y la desesperanza que ahoga desde hace tantos años a México.
Eugenio Polgovsky fue uno de esos entusiastas documentalista que abrió brecha, mostrando la pobreza, marginación, abuso y destrucción ecológica de México y de varios de sus habitantes.
A través del documental -ese cine sin glamour, sin estrellas y sin las posiciones triunfalistas de las instituciones-, Polgovsky manifestó su preocupación por diversos sectores mexicanos vulnerables: los niños en particular, a través de sus trabajos.
En 1994 ganó el concurso de fotografía Viviendo Juntos, organizado por la UNESCO y, en 2004, el Premio Nacional de la Juventud.
Del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) egresó como director y cinefotógrafo y su tesis y primer documental fue Trópico de cáncer (2004), con el que obtuvo numerosos premios alrededor del mundo.
Dicha obra habla sobre la supervivencia humana a partir de la depredación de la naturaleza y se proyectó en la Semana de la Crítica en Cannes y en Sundance.
Un dato importante sobre este documental (Trópico de cáncer) fue que sirvió para inspirar a Gael García y Diego Luna a que apostaran por la ahora famosa gira de documentales Ambulante.
Después, Polgovsky mostró la estrujante realidad de Los herederos (2008) sobre la explotación natural de los niños del campo mexicano, quienes se hacen hombres muy rápido, realizando las mismas tareas que los adultos a pesar de su fragilidad corporal y emocional.
Un retrato directo y sin concesiones sobre su sobrevivencia cotidiana, heredada de generación a generación en un círculo de miseria y de falta de oportunidades de la que parecen imposibilitados de escapar.
Los últimos trabajos de Eugenio Polgovsky fueron Mitote (2012), alegoría sobre un país furioso y en caos entre invocaciones místicas prehispánicas, fanáticos idiotizados por el futbol y las protestas de trabajadores de Luz y Fuerza en el Zócalo, y Resurrección (2016), ambientado en la legendaria cascada de El Salto de Juanacatlán, en Jalisco, conocida antaño como "El Niágara mexicano", cuyas aguas se volvieron tóxicas con la creación de un corredor industrial en la década de 1970.
Así Eugenio Polgovsky combinó, como nadie más lo había logrado, la visión cotidiana y la conciencia social de un pueblo olvidado. Con muchísima inteligencia e ironía, mostró en sus inolvidables trabajos la corrupción de gobiernos y autoridades.