En la última década de su vida, Andy Warhol volvió a trabajar con entusiasmo en sus pinturas, por lo que abordó temas tan variados como la tecnología y la política, pero también hizo espacio para hacer copias (muy a su estilo) de obras maestras de Botticelli, Da Vinci, De Chirico y Raphael.
Ninguna causó tanta conmoción y expectativa como la serie que hizo sobre La última cena, conformada por más de 100 obras ejecutadas entre 1984 y 1986.
El gran dilema con dichas pinturas es que hacían poca (o nula) referencia a la comunidad gay de Nueva York a la que pertenecía el artista, es decir, que su postura ante la epidemia del SIDA no quedaba clara con las mismas o por lo menos eso era lo que sentían quienes los conocían.
Pero, si no somos tan literales, podemos hacer otra lectura sobre esta serie ya que esta deja ver gran parte de su gran conflicto entre su fe (la católica) y su homosexualidad.
A menudo dicha tensión es totalmente ignorada en las discusiones sobre el trabajo de Warhol, lo que impide hacer un análisis completo sobre las mismas así que es realmente importante hablar sobre esto.
En 1984, el marchante de arte Alexander Iolas, un ex bailarín de ballet nacido en Egipto y excéntrico coleccionista de arte surrealista y modernista temprano, encargó a Warhol que creara una serie de pinturas y grabados basados en la icónica Última cena de Leonardo da Vinci.
Esto fue lo que dio pie a su última exposición en vida: Warhol - Il Cenacolo, conformada por 22 de estas obras, las cuales fueron montadas en el refectorio del Palazzo delle Stelline de Milán, que en 1987 albergaba el banco Credito Valtellinese.
Aunque solo se exhibieron dos docenas de obras en la inauguración, Warhol pasó casi dos años, la mayor parte de 1985 y 1986, produciendo más de 100 versiones adicionales de La última cena.
El encargo, el último de la carrera del artista, se convirtió en una obsesión para él.
Warhol produjo una gran cantidad de material que resultó importante no solo por el número sino por la diversidad, pues incluyó obras en papel, pinturas a gran escala e incluso esculturas.
Dentro de la serie surgen dos estilos distintos, uno que se mantuvo fiel al original de Leonardo mediante la serigrafía de la imagen de origen en un lienzo; el otro se apartó de él al combinar imágenes de Cristo pintadas a mano con logotipos de marcas comerciales y texto extraído de titulares de periódicos y anuncios.
Ambas versiones presentan comentarios sobre el sufrimiento, uno a través de la repetición, el otro a través de signos y símbolos, lo que habla mucho de lo que estaba pasando en el mundo interior de Andy Warhol.
De manera profética, estas imágenes de la víspera de la crucifixión de Cristo marcaron el final de la carrera de Warhol y, de hecho, de su vida pues tan solo un mes después de regresar a Nueva York desde la inauguración en Milán fue que ingresó en el hospital para una cirugía de vesícula y murió.