Membda es un colectivo de músicos hidalguenses de origen Hñähñu (otomí), provenientes del Valle del Mezquital.
Estos jóvenes músicos buscan crear un espacio donde los indígenas sean atendidos y así, sus raíces culturales prevalezcan. Buscan mediante la fusión de sonidos, llegar a más públicos mediante la versatilidad de sus composiciones.
Al final, son un grupo que se caracterizan por el talento, la honestidad y la humildad.
Compuesto por Héctor Polvadera Nopal, Israel Ñonthe Paredes, Uriel Camargo, y Argel Polvadera en 2014, enseña que la música nos puede hermanar a pesar de las distancias lingüísticas, dialécticas, idiomáticas e ideológicas.
El Colectivo Membda, compuesto por hijos de migrantes, había logrado tres discos titulados hasta 2019: Hin To’o Ngu Nuga, Bajo el Sol y Mezquital Fiesta, y el plan es que la producción continúe bastante más.
El proyecto surgió con la inquietud de hacer un remake de una canción que ya habían trabajado, Vienes y te vas (Gui ëhe ne gui mä), la cual habían llevado a una estación de radio local que fue bien recibid y pedida una y otra vez por los radioescuchas.
Después decidieron trabajar en mixes originales, el primero fue Rä nogo xäju"(La hormiga loca) que trabajaron juntos, y así continuamos hasta que en 2014 decidieron formalizar el proyecto ya con todos los integrantes de planta.
Sus letras reales y profundas nos recuerdan que la música traspasa barreras, comunidades, estados y países, y que puede comunicarlo todo.
Además de la gastronomía típica, las labores del campo y la naturaleza, Membda le canta al amor en: Di ne gä tsuts'ä'i (Te quiero besar) o Mää ge hää (Di que sí); a la fauna local en canciones como Rä nogo xäju (La hormiga loca) o Rä tehña ts'ints'u (El pájaro cenzontle); y a la fiesta en creaciones como en: Xihmai (El mundo) o Tsa rä ntsü (Come mi miedo).
Variado, honesto y crudo, sus letras nos acercan al trabajo de la gente del campo, de los animales que lo habitan y del baile.
A Héctor, Israel, Uriel y Argel los unen las raíces, los recuerdos de sus abuelos, las aventuras en el campo, el idioma y los conceptos tan universales como el tianguis y los animales.
En un ámbito tranquilo pero demandante donde no existían las condiciones básicas de vivienda, estos raperos prosperaron y se fueron encontrando conforme avanzaban los años. Al final, viendo que compartían su amor por el canto y las letras, el camino que han tomado hoy es ya inevitable.
Es complicado para la cultura indígena prevalecer en un medio tan cosmopolita como lo es el musical, pero su lucha no ha podido ser detenida. No obstante, su determinación no solo ha tenido que ser hacia afuera, ya que batallan por incluso hacerse notar dentro de su comunidad, ya que las personas no entienden que hay una evolución.
"No comprenden que la cultura ha cambiado con las nuevas generaciones, ya no es lo mismo que antes. La cultura para no morir debe evolucionar, eso es una ley, sin embargo, tanto para el exterior como para el interior esto es mal visto", explica Israel. "Los mayores de la comunidad se cierran a su pasado, y lo que hacemos simplemente no les interesa. Y para el exterior es casi un pecado el intentar evolucionar, esperan que las culturas se queden cristalizadas como los libros de historia les han dicho, como muchos antropólogos les han hecho creer que debe ser."
Al ser cuestionados sobre por qué elegir la música como medio de expresión donde los indígenas sean escuchados y sus culturas prevalezcan, Héctor contesta: "Elegimos la música por que nos parece un excelente móvil para la lengua, todo mundo escucha música, y nuestra intención siempre ha sido que nuestro canto llegue a los oídos de todo el mundo."
En su tiempo libre, Héctor e Israel se dedican al campo o la construcción, pero además en conjunto se dedican a la renta de equipo de audio e iluminación, la animación al estilo "sonidero". Argel trabaja como evaluador de conformidad en un laboratorio eléctrico en la Ciudad de México y Uriel es ingeniero en mecánica automotriz en la Volkswagen.