La fotógrafa contemporánea Aïda Muluneh es una artista que reformula las percepciones globales del continente africano.
Nacida en Addis Abeba en 1974, Muluneh dejó Etiopía siendo una niña mientras el país se encontraba en medio de una devastadora guerra civil. Pasó la siguiente década entre Inglaterra, Yemen, Grecia y Chipre antes de establecerse en Canadá en 1985.
Sus aspiraciones profesionales pasaron de ser jugadora de baloncesto a abogada antes de convertirse en fotógrafa cuando el profesor de arte de su escuela reabrió un cuarto oscuro en desuso y le entregó una cámara Pentax de 35 milímetros. Recibió una licenciatura en cine, radio y televisión de la Universidad de Howard en 2000 y se inclinó por el trabajo de Chester Higgins Jr., Richard Avedon y Gordon Parks.
Después de sus estudios, consiguió un trabajo en The Washington Post y comenzó a cuestionar la percepción de los medios de comunicación sobre los afroamericanos y el continente africano. En 2007, regresó a Addis Abeba, donde continúa viviendo y trabajando como bella artista, fotógrafa comercial, fotoperiodista, educadora y empresaria cultural.
Con su trabajo, Muluneh ha desarrollado un vocabulario visual distinto. Habiendo adquirido experiencia inicialmente como fotógrafa documental, se sintió atraída por formas de expresión más artísticas.
Desde entonces, ha seguido una práctica fotográfica autobiográfica. Sus retratos surrealistas combinan gráficos fuertes y paletas de colores vivos que reflejan las impresiones de su país natal y su historia personal única.
Aïda ha expuesto en todas partes, desde Sudáfrica hasta Canadá, a Inglaterra y China. Su trabajo está permanentemente in situ en el Museo Nacional de Arte Africano del Smithsonian y se puede encontrar en las paredes del MoMA y el Museo de Hood Art.
Además de su trabajo independiente, Muluneh es fundadora del Addis Foto Fest, la primera exposición bienal de fotografía de Etiopía, y fundadora de la organización DESTA (Desarrollo y Educación de la Sociedad a través del Arte), que se enfoca en fomentar el desarrollo cultural a través del intercambio creativo.
Hoy, Aïda ya no ejerce el fotoperiodismo. Ahora expone internacionalmente, dirige su propio estudio y sus fotografías continúan mostrando al mundo una Etiopía diferente que mezcla el color, los tatuajes ancestrales, las costumbres tribales, la mujer en estado puro.
"El mundo es un 9", le decía su madre cuando era pequeña, para recordarle que nada es perfecto. Continúa su esfuerzo por recordarlo cada día en un trabajo que aspira a la perfección, pero también a vencer estereotipos, a dar otra imagen del país en el que nació y de los profesionales que lo integran.