El arte de Marc Chagall es una obra musical salvaje, optimista pero trágica que revela un universo pictórico cálido, humano, lleno de metáforas personales que se distingue de gran parte del arte del siglo XX debido a su deconstrucción intelectual de objetos y árida abstracción.
Pablo Picasso, su amigo y rival en algún momento, se maravilló del sentimiento del ruso por la luz y la originalidad de sus imágenes. "No sé de dónde saca esas imágenes... Debe tener un ángel en la cabeza".
Movcha (Moisés) Chagal, como él mismo decía, “nació muerto” el 7 de julio de 1887, en la ciudad bielorrusa de Vitebsk, cerca de la frontera con Polonia. Debido a que nació sin respirar y dando signos vitales, su angustiada familia pinchó su cuerpo y luego lo metieron en un abrevadero de piedra con agua frío; de golpe, el bebé empezó a gritar.
Con esa turbulenta introducción a la vida, Marc Chagall, como más tarde eligió ser conocido en París, creció como un niño tartamudo y con miedo de crecer, que prefería soñar con el amor y pintarlo en cuadros que ir a buscarlo en carne propia.
El propio Chagall se definía como un soñador que nunca se despertaba. Creció oyendo a Bach y Mozart, la música preferida de su pequeña comunidad judía jasídica cerca de Vitebsk, Rusia, lo que primero lo influenció. Como el mayor de nueve hermanos, estaba particularmente fascinado con la idea del violinista flotante.
Su padre, Khatskel-Mordechai Chagal, trabajaba en un almacén de arenques; su madre, Feiga-Ita Chernina, tenía una pequeña tienda de comestibles. Ambos se adhirieron nominalmente a las creencias religiosas judías jasídicas, que prohibían la representación gráfica de cualquier cosa creada por Dios. Así, Chagall creció en un hogar desprovisto de imágenes.
Aún así, insistió a su madre hasta que ella lo llevó a una escuela de arte dirigida por un retratista local, donde fue el único estudiante que usó el vivo color violeta. Tras el suceso que conmocionó a su comunidad escolar y familiar por igual, algunos miembros de su círculo más cercanos se negaron a darle la mano después de que comenzó a pintar figuras.
En 1907, a los 20 años, le ganó una pequeña suma de dinero a su padre, y hecho ya un estudiante reconocido para bien o para mal, se trasladó a San Petersburgo para estudiar arte, experimentando con el estilo cubista en boga allí, pero nunca abandonando su vocabulario artístico personal, siempre forjándose lejos de su lugar de nacimiento.
Aunque triunfaba, odió la formación en arte clásico. “Yo, pobre muchacho de campo, me vi obligado a familiarizarme a fondo con las miserables narices de Alejandro de Macedonia o de algún otro imbécil de yeso”, recordó.
Su mundo se amplió en 1909 cuando se inscribió a una clase impartida por Leon Bakst, quien, después de haber estado en París, tenía un aura de sofisticación. Bakst complació el enfoque expresivo y poco convencional de Chagall hacia la pintura y dejó caer nombres, exóticos para los oídos del joven, como Manet, Cézanne y Matisse. Habló de pintar cubos y cuadrados, de un artista que le cortó la oreja.
El magro dinero pronto se agotó, y aunque hizo algunos kopeks retocando fotografías y pintando carteles, a veces se derrumbaba de hambre, por lo que en 1911, se instaló en París y su obra empezó a venderse en Europa. Un año después, regresó a su casa para casarse con su esposa, a quien llevó a la capital francesa debido los rumores de la Segunda Guerra Mundial y las implicaciones para un artista judío.
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Ahí, pintó prolíficamente se codeó con pintores como Fernand Léger, Chaim Soutine, Amedeo Modigliani y Robert Delaunay y se mantuvo fiel a su naturaleza de narrador, pareciendo tener más en común con escritores como el poeta francés Guillaume Apollinaire, quien describió el trabajo de Chagall como "sobrenatural".
Muchos críticos consideran el trabajo de Chagall durante su estadía de cuatro años en París como el más audaz y creativo, reconociendo las tendencias entonces prevalecientes del cubismo y el fauvismo, absorbiendo aspectos de cada uno en su propio trabajo.
“Algunos historiadores del arte han intentado descifrar sus símbolos”, dice Jean-Michel Foray, director del Museo del Mensaje Bíblico Marc Chagall en Niza, “pero no hay consenso sobre lo que significan. No podemos interpretarlos porque son simplemente parte de su mundo, como figuras de un sueño".
En 1914, el artista volvió a Vitebsk con la intención de quedarse solo brevemente, pero quedó atrapado por el estallido de la Primera Guerra Mundial. A pesar de estar lejos de su círculo artístico, fueron tiempos de estar cerca de su esposa Bella Rosenfeld.
A pesar de las preocupaciones de su familia de que ella muriera de hambre como esposa de un artista, la pareja se casó en 1915; Chagall tenía 28 años y Bella, 23. En su obra Above the Town, de 1914-18, él y Bella se elevan felizmente por encima de Vitebsk.
En 1917, Chagall abrazó la revolución bolchevique. Veía con buenos ojos el nuevo régimen y fue nombrado comisario de arte en Vitebsk, donde fundó una escuela de arte y trajo profesores de vanguardia. No obstante, pronto quedó claro que los revolucionarios preferían el arte abstracto y el realismo socialista. Abandonando su trabajo como comisario en 1920 y se mudó con su familia a Moscú, donde pintó paneles decorativos para el Teatro Estatal de Cámara Judía. En última instancia, descontento con la vida soviética, se fue a Berlín en 1922 y se instaló en París un año y medio después junto con Bella y su hija de 6 años, Ida.
Cada vez más alarmado por la persecución nazi de los judíos, Chagall hizo una fuerte declaración política sobre lienzo en 1938 con su Crucifixión blanca. Luego, ya de 51 años y en su mejor momento artístico, retrató al Cristo crucificado, con los lomos cubiertos con un manto de oración, como símbolo del sufrimiento de todos los judíos.
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Poco después, en junio de 1941, Chagall y su esposa abordaron un barco rumbo a Estados Unidos y se instalaron en la ciudad de Nueva York. Los 6 años que pasó ahí no fueron los más felices, ya que nunca se acostumbró al ritmo de la vida neoyorkina y nunca aprendió inglés. Su paleta durante estos años a menudo se oscureció a un tono trágico, con representaciones de un Vitebsk en llamas y rabinos que huían.
Cuando Bella, su musa, confidente y mejor crítica, murió repentinamente en 1944 de una infección viral a los 52 años, “todo se volvió negro”, escribió Chagall.
Tras superar el luto a lado de su hija, artista regresó a su amada Francia en 1948 para volver a trabajar, continuó con sus temas favoritos y creó quizás su mayor obra de inspiración musical: el techo de la Ópera de París. Conoció a Virginia McNeil y se volvió a casar, mientras seguía siendo ofrecido comisiones que le mantuviera el estatus de artista,
Además de los lienzos, Chagall produjo litografías, aguafuertes, esculturas, cerámicas, mosaicos y tapices. También asumió proyectos tan exigentes como el diseño de vidrieras de colores para la sinagoga del Hadassah-HebrewUniversityMedicalCenter en Jerusalén.
Con más de 300 obras, al final de su vida, Marc Chagall resaltaba por su un enfoque único y valiente determinación a su trabajo, dedicado a explorar el papel que jugó la música en la vida y en la configuración del arte.
Cuando murió en Saint Paul de Vence el 28 de marzo de 1985, a los 97 años, Chagall seguía trabajando, siendo el artista de vanguardia que se negaba a ser moderno. Esa fue la forma en que dijo que lo quería: "Para permanecer salvaje, indómito... y evitar gritar, llorar, rezar".