Para U-Ram Choe,no hay nada que le parezca más aburrido que las esculturas estáticas.
En consecuencia, todas sus obras están destinadas a expresar elegantemente alguna forma de movimiento, ya sea sobre desarrollos en ingeniería genética y la robótica o de las emociones más humanas, pero siempre proponiendo la existencia de especies que, aunque construidas con materiales inorgánicos y alimentadas por luz y electricidad, imitan el comportamiento y los apetitos de los seres vivos.
Nacido en 1970 en Seúl, ciudad en donde estudió arte, su misión fue siempre la de intentar convertir en realidad sus visiones de trabajos de alta complejidad, estas esculturas elegantes accionadas por sistemas mecánicos sin igual, diseñados y programados por él mismo.
Tras varios años de buscar promoción y conexiones, el artista coreano finalmente pudo poner en práctica sus esculturas cinéticas muy ornamentadas a través de la imitación de formas y movimientos que encuentra en la naturaleza.
Para iniciar su proceso, utiliza varios metales, motores, engranajes y placas de CPU personalizadas para poner en marcha los movimientos precisos de cada escultura que a veces están perfectamente sincronizados y otras veces son completamente aleatorios. Con el tiempo, saquea obras de arte antiguas en busca de piezas y las utiliza para construir otras nuevas.
Con nombres como Unicus - cavum ad initium y Arbor Deus Pennatus, su trabajo da a luz a obras de arte tan complejas que cada "organismo" se envía con un manual para mostrar a los coleccionistas y galerías cómo mantener y reparar varios componentes.
Hoy, en su estudio y hogar en Seúl, lidera a un equipo de especialistas que trabajan delicadamente con curvas de metal forjado, unidas en partes móviles que son impulsadas por motores para expandirse, contraerse o sugerir los movimientos autónomos de formas de vida primitivas como plantas y criaturas acuáticas unicelulares.
Su intrincada mano de obra que tiene profundas implicaciones filosóficas e invitan a considerar el tema de los orígenes, la evolución y el futuro de la vida lo tienen a la cabeza de la corriente cinética, que junto a Ai Weiwei, mantienen con vida la corriente de esculturas enamoradas con el movimiento, demostrando una vez más que aquello es la prueba irrefutable de estar viviendo.
Los elegantes movimientos de sus esculturas mecánicas ofrecen a los espectadores un deleite visual incomparable.
Son creaciones de arte verdaderamente inspiradoras y laboriosas destinada a generar asombro.