Esta semana falleció el cinesta, escritor y compositor, Melvin Van Peebles, un hombre que llevó al cine independiente estadounidense a una nueva vida con su explosiva energía a cuadro y expresión sin filtros sobre la conciencia negra.
Fuente: The Guardian | Michael Ochs Archives/Getty Images
El nacido el 21 de agosto de 1932 en Chicago, Illinois, carga la importante batuta del pionero del cine negro de su país, ya que siempre se mantuvo al margen del sistema institucionalizado a través de sus producciones verdaderamente independientes y underground, con soundtracks que rompían la frontera e inspiraron a algunos de los nombres más reconocidos de hoy, dígase Spike Lee, Charles Burnett o Jordan Pelee.
Melvin tuvo que luchar por su arte. Incapaz de irrumpir en el mundo segregado de Hollywood, se mudó a Francia, aprendió el idioma él solo y escribió varios libros en francés, uno de los cuales, El Permiso, se convertiría en su estéticamente innovadora The Story of a Three Day Pass, donde Turner, interpretado por Harry Baird, un soldado afroamericano estacionado en Francia, obtiene un ascenso y una licencia de tres días de la base por parte de su comandante, casualmente racista, y se dirige a París, donde vive un turbulento romance con una mujer blanca.
En Europa exploró psicología de una relación interracial, así como las actitudes contradictorias del país que lo recibió, sentando las bases de lo que serían sus óperas primas más adelante.
Finalmente llegó su debut en su país natal en 1970, en un momento donde los cineastas negros eran escasos en Hollywood, primero con su comedia Watermelon Man, de 1970, que cuenta la historia de un vendedor de seguros blanco y racista de la década de 1960 que un día despierta y descubre que es negro, que da como resultado una dura lección sobre lo que significa ser negro en el país que lo vió nacer.
Su marca definitiva llegó un año después a través de su anárquica Baadasssss Song de Sweet Sweetback, una bomba de la cultura pop sobre explotación negra que fue seleccionada para el Registro Nacional de Cine de la Biblioteca del Congreso en 2020, una película se centra en un huérfano criado en un burdel cuya destreza sexual lo ayuda a salir de algunas situaciones tensas mientras se enfrenta al racismo en Los Ángeles.
A pesar de lo grandiosidad detrás de estos títulos, se tratan solamente de joyas dentro de una carrera notablemente variada, ya que además de ser un talentoso cineasta, tras el éxito de sus películas volteó hacia la música, publicando el álbum Brer Soul, de 1968, luego centró su atención en Broadway, escribiendo la música, el libro y la letra del musical, Ain’t Supposed to Die a Natural Death, que se inauguró en octubre de 1971 y duró más de nueve meses.
Antes de que cerrara, abrió otro musical en Broadway, Don’t Play Us Cheap!, donde las actrices Esther Rolle, Mabel King y Avon Long protagonizan una histora en la que un par de diabólicos murciélagos enviados por Satanás asumen forma humana para causar estragos en un fiesta de un sábado por la noche en Harlem, solo para encontrar su plan diabólico frustrado por la contagiosa generosidad de espíritu de sus anfitriones.
En 1974, lanzó un nuevo álbum, What the ... You Mean I Can't Sing?, cuyo título refleja su humor brusco sobre lo variada que se convirtio su carrera.
Pasaron diez años antes de que lanzara otro álbum o película, pero Van Peebles se mantuvo ocupado en el teatro haiendo un musical picaresco autobiográfico, Waltz of the Stork, que se estrenó en Nueva York en 1982, con él como protagonista.
Al final, Melvin Van Peebles fue artista transformador cuya cáustica observación social, innovación formal radical y visión intransigente establecieron un nuevo modelo cinematográfico para la independencia de la creativa negra.