De linaje samurái, Tani Bunchō, nacido el 15 de octubre de 1763 en Edo, aprendió los caminos del guerrero pero también halló su camino en la formación artística, por lo que asistió a la escuela Kano bajo la tutela de Kato Bunrei para estudiar pintura.
Lo que siempre resultó fascinante de Bunchō fue su inquietud por nunca conformarse por un estilo en particular, ya que así como se encontraba fascinado por la naturaleza y su firma de plasmarla en la naturaleza, también estaba sumergido en el encanto de la literatura, de los estilos natvistas, de la filosofía budista, y las técnicas occidentales que aprendió.
Por medio de la curiosidad y la versatilidad, Tani Bunchō fue abriéndose camino como un notable pintor en su país y entre sus colegas al lograr lienzos que encarnan el espíritu literario y de refinamiento cultural que distinguía su formación como samurái.
A pesar de que la misma escuela Kano solo aceptaba a aquellos estudiantes con contactos ya dentro de la escuela, los colores de Tani se hicieron de un lugar en aquellas aulas, por lo que su arte resaltó especialmente durante una época donde las más valiosas de las obras de arte debían ser rescatadas y difundidas al exterior.
Esta expansión le valió la apertura de mercados europeos, específicamente del estilo holandes, que le encantó e inspiró a crear algunas de sus obras más reconocidas, como Copia de la pintura de pájaros y flores de Willem Van Royen, una de las cinco pinturas al óleo holandesas solicitadas por el shogun Yoshimune.
Al poco tiempo, la Compañía Holandesa de las Indias Orientales se fijó en él y lo hizo residente permanente, y para fines de la década de 1780, Bunchō comenzó a viajar extensamente a través de la isla principal de Japón, creando imágenes más o menos precisas del paisaje regional, empleando su especial perspectiva al estilo occidental.
Impresionado por su habilidad, el poderoso daimyo Matsudaira Sadanobu nombró a Bunchō como asistente y encargó al artista pintar imágenes topográficas en ayuda de la defensa costera y otros proyectos, donde aportó al catálogo de 85 volúmenes de antigüedades que descansan en las colecciones de templos y casas particulares de todo Japón.
Durante toda su vida, a diferencia de sus contemporáneos, Bunchō fue un artista extremadamente ecléctico que pintaba paisajes chinos idealizados, sitios japoneses reales, y paisajes con inspiración poética. También realizó retratos de sus contemporáneos como Ono Ranzan, Kimura Kenkadō y Tao Yuanming.