La vida de Araki Kanpo cambió en 1890, a sus 60 años, cuando su cuadro Pavorreal fue comprado por la Agencia de la Casa Imperial.
Antes de ello, el niño nacido en 1831 creció fascinado por la naturaleza. Hijo de unos padres dedicados a la servidumbre, fueron pocas las posibilidades que pudo tener Araki a lo largo de su infancia y años formativos.
Se desempeñaba principalmente en labores del campo mientras podía hacerse de pocos libros que conseguía en sus visitas fugaces y espontáneas al instituto, pero pasados sus 10 primeros años de vida, sus padres le consiguieron que pudiera asistir a clases con el pintor Tani Bunchõ, dada su inclinación para dibujar y admirar los paisajes a su alrededor.
Asistió habitualmente y perfeccionó su estilo. Adquirió muchos elementos de simetría, encuadre y uso de color para crear paisajes que transmiten paz.
Sin embargo, en 1848, abandonó esta educación formal tras la muerte de su padre, por lo que a sus 17 años se vio con la necesidad de pasar la pintura a pasatiempo y de salir a conseguir un trabajo que lo pudiera mantener.
Estos años, de los cuales se puede obtener muy poca documentación, fueron de lucha y mera superviviencia para el pintor japonés. Lo anterior debido a que hizo frente a los cambios culturas y sociales que significaron la Restauración Meiji, que culminó en 1868 cuando se derrocó a los shogunes Tokugawa, que presidió más de 250 años de paz y prosperidad en Japón, incluido el surgimiento de una nueva clase de comerciantes y el aumento de la urbanización, impulsando al país a la era moderna.
Por ello, no fue hasta 1890 que Araki Kanpo comenzó a cobrar justicia por su talento, cuando se presentó en la exposición Naikoku Kangyō Hakurankai con su imponente Pavorreal, uno que asombró a todos los asistentes por sus tonadas oscuras y doradas reflejando un alo ante un magestuoso animal que expande una ala. La obra le valió el Segundo Premio de Virtuosismo, así como la atención del Emperador, quien específicamente pidió ese retrato de Kanpo para su colección personal.
A partir de aquella presentación, la vida cambió para el talentoso pintor japonés, quien alcanzó un notable reconocimiento como pintor al óleo. Inspirado en el valor de regresar a las raíces para difundir un inovador modelo de pinura, se dedicó al Nihonga el resto de sus años como si fuera un joven de 20 años con toda la vida por delante, por lo que continuó produciendo, exportando lienzos, y recibiendo numerosos honores locales y extranjeros.
Pasados sus 60 años, recibió una medalla de plata en el Concurso de Artesanía de la Prefectura de Tokio en 1890, y el primer lugar en la Exposición Industrial Nacional de 1891, así como muchos otros premios de la Asociación de Arte de Japón.
Sus pinturas, rápidamente identificables por los detalles anteriormente mencionaods, también se incluyeron en muchas exposiciones internacionales donde ganó premios, como ejemplo está la Feria Mundial de Chicago en 1893, la Exposición Universal de París de 1900, y la Exposición Universal de St. Louis en 1904.
En 1898, cuando Hashimoto Gaho, considerado uno de los máximos padres de la corriente Nihonga, dejó la Escuela de Bellas Artes de Tokio, Kanpo se convirtió en profesor de pintura, con gran éxito e influencia dentro del alumnado. En 1900 fue nombrado Artista de la Casa Imperial (Teishitsu gigeiin) y desde 1907 fue juez en la exposición patrocinada por el gobierno Bunten hasta su muerte en 1915.
Fuente: Christie's Auctions.