Desde la perspectiva nostálgica del siglo XX, la belle époque, este periodo de cuatro décadas de progreso y prosperidad, fue una época dorada de espectáculo y alegría de vivir, pero angustia y desigualdades para otro sector de la pobación.
Esta expresión francesa que literalmente significa "la bella o hermosa época" se refiere a los años de entreguerras entre 1871 y 1914, cuando París estaba a la vanguardia del desarrollo urbano y la innovación cultural, y en donde imperaba el equilibrio, el decoro, el orden y la seguridad para los 460 mil habitantes de Europa, quienes durante el Segundo Imperio francés de Napoleón III ingresaron a una era de conflictos violentos, colapso económico y revolución social.
Tras la derrota del emperador de los franceses entre 1852 y 1870 en la guerra franco-prusiana de 1870-71, en Europa, especialmente en Francia, se empezó a gestar lo que hoy conocemos como burguesía y el sistema económico de consumo como posibilidad de progreso y de mejora.
El desarrollo de las actividades industriales y comerciales junto a las nuevas técnicas de cultivo impulsaron a los parisinos quienes en este tiempo presenciaron la construcción de la Torre Eiffel, el ascenso del distrito de Montmartre como epicentro del arte y el entretenimiento, así como el brillo de su metrópolis bajo el resplandor de la luz eléctrica.
Los niveles de vida y la seguridad de las clases altas y medias aumentaron, lo que llevó a que retrospectivamente la etiquetaran como una edad de oro en comparación con las humillaciones anteriores, y la devastación del final que cambia por completo la mentalidad de Europa. Pero las clases bajas no se beneficiaron de la misma manera, ni en la misma medida.
Las desigualdades sociales nunca desaparecieron por completo, y cada vez más gente abandonaba su vida en los pueblos para acudir a las fábricas en la ciudad, aunque el sector de la agricultura seguía siendo la base de todo el continente.
Mientras Francia hizo crecer su imperio en África y estableció las bases para el crecimiento y la innovación en las artes, la ciencia y la cultura material, inmigrantes de lo que era llamada la "Europa atrasada" partían del único hogar que conocían y del campo que habían cultivado en busca del sueño de una mejor vida.
Los contrastes de la Belle Époque
Durante la Belle Époque, la producción industrial de Francia se triplicó gracias a los efectos continuos y al desarrollo de la revolución industrial.
Las industrias del hierro, la química y la electricidad crecieron, proporcionando materias primas que fueron utilizadas, en parte, por las nuevas industrias del automóvil y la aviación. Las comunicaciones en todo el país se incrementaron mediante el uso del telégrafo y el teléfono, mientras que los ferrocarriles se expandieron enormemente. La agricultura, por su parte, fue ayudada por nuevas máquinas y fertilizantes artificiales.
Estos avances en cada sector de la población, sumado a que la calidad y cantidad de alimentos mejoró, el continente y el pueblo francés logró que la esperanza de vida de los niños aumentara. El consumo de pan y vino favoritos aumentaron hasta un 50% mientras la cerveza creció un 100%, al igual que las bebidas espirituosas.
La movilidad personal se incrementó gracias a las mejoras en el transporte público, algunas que se mantienen al día de hoy, y significaron que las personas pudieran viajar más lejos. El deporte se convirtió en un gusto cada vez mayor, tanto para jugar como para mirar.
Para la desgracia del continente, por más bueno que sonara todo esto, la realidad estaba lejos de ser buena para todos.
A pesar del crecimiento masivo de las posesiones privadas y el consumo, hubo corrientes oscuras a lo largo de toda la época, y en un sentido literal ya que a mucha parte de la población no le llegaba la luz eléctrica.
Los grandes crecimientos y avances siguieron siendo parte de una época profundamente divisoria. Mientras algunos se enriquecían y se beneficiaban de la época, grupos reaccionarios comenzaron a retratar la época como decadente e incluso degenerada dadas las tensiones raciales que se fueron gestando a medida que una nueva forma de antisemitismo moderno evolucionó y se extendió en Francia, encontrando incluso mucha culpa en los judíos por los males percibidos de la época.
Si bien algunas de las clases más altas lograron estilos de vida que anteriormente imposibles, mucha de la población urbana se encontró en hogares pequeños, en trabajos relativamente mal pagados y con mala salud y poco acceso a poder atenerla.
A medida que pasó la época, la política se volvió más conflictiva, y se comenzaron a dar los choques entre extremos de la izquierda y la derecha, por lo que la fantasía o discurso da paz se considera el gran mito de estos tiempos.
El miedo y la xenofobia fueron ganando fuerza con el paso de los años, se hicieron creencia y luego deseo como motivo para ajustar cuentas, estallando finalmente en una guerra que llegó en 1914 y duró hasta 1918, matando a millones y haciendo que la era se detuviera por completo.
Lo que sí se dio a causa de todos estos tiempos violentos, fue que en 1910, antes del estallido del conflicto mundial que mató a la época, París ya contaba con 70 periódicos y se vendía un ejemplar por cada 6 o 7 habitantes. También, el nacimiento de la conciencia política y la opinión pública llegaron de la mano del movimiento obrero y la lucha por la igualdad de derechos.