El mito Marilyn Monroe sigue vive, en gran medida, gracias a los sublimes retratos que de ella tomaron tres extraordinarios fotógrafos que formaron parte de su vida.
A lo largo de su vida, Sam Shaw, Milton H. Greene y Bert Stern se convirtieron prácticamente en miembros de su familia, lo que les permitió capturar a Marilyn más allá de su imagen extremadamente sexualizada.
A través de las decenas de imágenes que estos artistas tomaron, se puede apreciar como Norma Jeane, nacida el 1 de junio de 1926 en Los Ángeles, California, se transformó en el icono del Siglo XX.
A principios de la década de 1950, Marilyn Monroe conoció a Sam Shaw, quien en aquel momento trabajaba como fotógrafo en el set de Viva Zapata.
A raíz de esto se hicieron buenos amigos, así que todas las mañanas Marilyn pasaba por Sam a su casa para llegar juntos al set de dicho filme.
Además de haber capturado la famosa imagen de Marilyn Monroe con el vestido blanco levantado por el aire de las rejas de ventilación del metro de Nueva York, Shaw logró registrar la época (1954 a 1958) en la que la famosa actriz trató de deshacerse de su imagen de icono sexual y se mudó a dicha ciudad para estudiar actuación.
Marilyn Monroe fotografiada por Sam Shaw. Fuente: WESTWOOD GALLERY NYC
En 1953 resulta que Milton H. Greene conoció a Marilyn Monroe en Los Ángeles, California, en una sesión de fotos para una revista.
Lo que empezó como un encuentro por trabajo desembocó en una gran amistad, tanto que la famosa actriz incluso vivió por un lapso de dos años con Greene y su esposa.
Este par de amigos crearon una productora cinematográfica para gestionar su imagen, lo que dio como resultado que produjeran películas como Bus stop y El príncipe y la corista.
Marilyn Monroe fotografiada por Milton H. Greene. Fuente: Vanity Fair
La última sesión de retratos que hizo Marilyn Monroe antes de morir de una sobredosis de barbitúricos, una de las más míticas de la historia, corrió a cargo del fotógrafo Bert Stern en 1962.
En ellas se observa a una Marilyn con ropa muy transparente y sin maquillaje en el cuerpo, lo que resultó algo muy poco común pues tenía una cicatriz y no quiso tapársela ya que quería ser capturada de manera natural, que conocieran a la mujer real.
Marilyn Monroe fotografiada por Bert Stern. Fuente: Artsy