A través de trabajo que abarca el cine, la fotografía, el dibujo, los medios basados en objetos, videos y fotografías, Olga Chernysheva observa, interpreta y recurre a momentos cotidianos y espacios marginales de la vida diaria como una forma de explorar la creciente fragmentación de las narrativas maestras en la cultura rusa contemporánea.
Sus diversas imágenes capturan la vida en Rusia, con un particular enfoque en escenas triviales que le permiten revelar las complejidades y paradojas de una sociedad marcada por la transición poscomunista y las condiciones neoliberales. De esta manera, recompone las situaciones de las que es testigo, convirtiéndose en uno de los ojos modernos de la realidad artística de su país.
Olga nació en 1962 en Moscú, Rusia, y tras lograr licenciarse del Instituto Gerasimov de Cinematografía de Moscú, terminó una residencia en la Rijksakademie Van Beeldende Kunsten de Ámsterdam para luego tener su primera exposición en 1992, justo un año después del colapso de la Unión Soviética, en la Galería 1.0, que en ese momento era el punto focal del Centro de Arte Contemporáneo, una modesta asociación de galerías en medio del viejo Moscú que fueron las primeras instituciones artísticas independientes de aquel nuevo país.
Olga Chernysheva. Fuente: NGV Artists
En ese momento, la base de la escena postsoviética apenas se estaba afianzando; el conceptualismo de Moscú, vagamente definido por su subversión tanto de la ideología soviética como de los géneros realistas socialistas como la pintura de caballete, y más popularmente asociado con artistas como Ilya Kabakov, Melamid y otros, disfrutaba de su apogeo de reconocimiento internacional, y en medio de esta escena, jóvenes artistas como Dmitry Gutov, Oleg Kulik y la misma Olga estaban haciendo su debut, presumiendo obras que sirvieron como impresionantes manifiestos para una nueva época, evidenciando un replanteamiento total del modernismo, el posmodernismo y la política.
Contra los modelos anteriores del conceptualismo de Moscú y sus tácticas de parodia y deconstrucción, este grupo de artistas estaba formando un nuevo contrapunto idealista.
A diferencia del realismo ruso del siglo XIX o de las primeras películas soviéticas, Chernysheva no hace ningún tipo de acusación sociocrítica y es indiferente a la experimentación específica de los medios.
Desde entonces, el trabajo de Olga se ha mantenido en las principales colecciones de todo el mundo por medio de su tensión topológica en la teoría y la filosofía culturales, explorando lo que el filósofo Gaston Bachelard llamó una "poética del espacio", una "imaginación material", rompiendo las abstracciones y basándose en elementos básicos como el suelo, la luz y el agua, elementos que se encuentran en un estado de constante de mutabilidad e interacción.
De esta manera, las obras de cine, foto y visuales se fueron colocando en recintos como el Museo de Arte Moderno de Nueva York; la Fundación Louis Vuitton, en París; en el Museo Ruso, de San Petersburgo; así como en el Museo de Arte Nasher, el Ludwig Forum für Internationale Kunst, Aquisgrán, y el Museo Nacional de Arte, Arquitectura y Diseño, en Oslo, entre muchos otros más.
El don de observación de la artista, reforzado por la empatía, también se refleja en el amplio espectro de sus formas de expresión: desde el cine y la fotografía hasta la pintura, la acuarela y el dibujo, cada medio sirve para la descripción matizada de sus temas complejos y al mismo tiempo destacando cuán dignos son los “pequeños” de ser fotografiados en el contexto de grandes convulsiones.
Aprovechando su formación original como animadora, Chernysheva continúa retratando a las personas que viven en su Moscú natal: los compradores, los guardias de seguridad, los músicos callejeros del metro y las personas sin hogar, porque, igualmente encantada y aterrorizada por estas tierras, ella tan bien, el artista explica:
Rusia, para mí, es un lugar muy fructífero e interesante para vivir porque todo en cualquier momento está listo para convertirse en una imagen poética.