Victor Borisov-Musatov fue uno de los pintores más magistrales de su tiempo, con una importante contribución a la historia de la pintura rusa. Sus figuras femeninas continúan resaltando como algunas de las mejores de los periodos Art Nouveau y Simbolista.
Nacido el 14 de abril de 1870, en Sarátov, Rusia, durante su primera infancia sufrió una mala caída, que lo dejó jorobado por el resto de su vida, y con más encanto hacia el dibujo, dado que era la única actividad que podía hacer sin lastimarse.
Ello, sumado al tacto y la comprensión de sus padres, fomentaron su afición por el arte, por lo que se decidió tomar lecciones del joven pintor Konovalov, que contribuyeron mucho a la primera formación de su personalidad artística.
Spring Sun. Fuente: Gallerix
En la década de 1890, Borisov-Musatov estudió en la Asociación de Bellas Artes de Saratov y luego se fue a Moscú, donde ingresó en el Instituto de Pintura, Escultura y Arquitectura. Regresaba con frecuencia a su ciudad natal, no solo desde Moscú y San Petersburgo, donde asistía como oyente a clases en la Academia de las Artes, sino también tras una estancia de tres años en París, donde estudió en el estudio del pintor Ferdinand Cormon, quien tuvo poca influencia en su estilo, pero que lo animó a sus primeras exposiciones.
De la mano de Cormon, vuelto su maestro, produjo paisajes y estudios de figuras en los colores de tonos altos de los impresionistas franceses, como en la pintura al óleo Muchacho con un perro, de 1895. En los años intermedios a sus clases con Cormon, trabajó con Pavel Chistyakov, que lo fascinó con su sistema pedagógico, uno en constante lucha contra el sistema inerte del mundo académico, jugando un papel muy importante en el desarrollo de realismo ruso.
En Francia, Borisov-Musatov también había visto los murales de Pierre Puvis de Chavannes, y regresó a Moscú con la esperanza de producir un arte decorativo monumental basado en una representación simbolista de la naturaleza. Sus numerosas pinturas de mujeres vestidas a principios del siglo XIX fueron entonces presentando un parecido superficial con las pinturas retrospectivas del grupo Russian World of Art (Mir Iskusstva), pero añaden una nueva nota de melancolía, de un pasado imaginario irremediablemente perdido.
Se fue haciendo un pintor capaz de acercarse al estado de ánimo de los poetas simbolistas rusos contemporáneos, como Valery Bryusov, y Andrey Bely, quienes eran sus amigos.
Con el paso de los años, el pintor ruso se alejó cada vez más de una transcripción directa de la naturaleza hacia una representación del estado de ánimo, por lo que sus obras posteriores se convirtieron en ejercicios premeditados de color, forma y composición.
En 1904, Borisov-Musatov tuvo una exposición individual muy exitosa en varias ciudades de Alemania, y en la primavera de 1905 expuso en el Salon de la Société des Artistes Français y se convirtió en miembro de esta sociedad.
La larga y seria educación artística de Borisov-Musatov lo dotó de un dominio del más alto nivel, y de esta forma, sentó una base sólida para su ascenso creativo, que, sin embargo, fue de corta duración, ya que murió el 26 de octubre de O.S. 1905 de un ataque al corazón a la edad de 35 años, habiendo sufrido de cifosis (curvatura anormal hacia afuera de la columna) desde la infancia, cuando una enfermedad dañó su columna.
Su última pintura terminada fue Réquiem, dedicado a la memoria de Nadezhda Staniukovich, amiga íntima del artista, donde Borisov-Musatov se acerca más hacia el estilo neoclásico.
Sus mejores obras son de esencia decorativa y evocan la pintura sobre tabla o los tapices de la familia Gobelin. Le gustaba especialmente trabajar con lápices de colores pastel, pero incluso sus pinturas al óleo tienen una paleta de colores pastel suave.
Las escenas que representan sus pinturas, principalmente figuras femeninas en un ambiente pastoril, no son de carácter narrativo sino, en cierto sentido, recuerdos metafóricos o ensoñaciones de una época dorada en la que la belleza de la pintura domina la vida.
Es esta reverencia por la belleza del arte en lugar de una representación estricta lo que mantiene como clave de la armonía de la pintura rusa.