En 1958, el fotógrafo Bruce Davidson, con 24 años de edad, a sugerencia de Sam Holmes, quien en ese momento estaba a cargo de la biblioteca de imágenes de la agencia fotográfica Magnum, comenzó a documentar la vida detrás de los telones del circo, un fenómeno cultural, que en aquel entonces, estaba comenzando a morir.
Las poderosas fotografías que comenzó a tomar formarían parte de una de sus obras más importantes: Circus, una crónica visual en blanco y negro que narraba la vida de los intengrantes de estos espectáculos ambulantes.
Instalado en el circo Clyde Beatty de Nueva Jersey, durante la segunda entrega de su serie, su trabajo comenzó a tomar un ángulo más crítico, y conoció a quien se iría a convertir en el personaje más entrañable de su lente: Jimmy Armstrong, The Dwarf Clow.
Fuente: © Bruce Davidson | Magnum Photos
De acuerdo al mismo Bruce, que deambulaba por el área del "patio trasero", donde los artistas tenían sus remolques y pasaban su tiempo cuando no actuaban, se sintió inmediatamente cautivado por la tranquila normalidad de la escena que tenía ante él, y no tardó en ver a una persona del tamaño de un niño fumando solo afuera de una de las coloridas carpas del circo.
"Estaba vestido con un esmoquin y un sombrero de copa, sostenía un pequeño ramo de flores de papel y se quedó allí pensativo en la privacidad de sus pensamientos internos”.
Davidson se acercó a él y comenzó a tomar fotografías. Desde el principio, dice, "parecía saber que era el momento interior que me atraía y no su cara de payaso o su apariencia física", y fue entonces que Jimmy se convirtió en el camino de entrada del fotógrafo; al dejarlo entrar en su mundo privado y actuando como su guía para la vida circense, el trabajo de Bruce se volvió entrañable, personal y revelativo.
Fuente: © Bruce Davidson | Magnum Photos
Se hicieron amigos aunque rara vez hablaban porque Jimmy optaba la mayoría de tiempo por el silencio, no obstante, su vínculo era comprensión tácita, de satisfacción por estar en la compañía del otro sin necesidad de palabras.
En muchas de las fotografías de Davidson, Jimmy está solo, maquillándose, sumergido en su trabajo, fumando un cigarrillo o posando con esa cara de payaso triste pintada sobre la suya, quizá aún más triste.
En muchas otras, Jimmy se ve casi perdido dentro de alguna esquina del marco de la fotografía, pero en otras lo llena por completo, con la mirada directamente dirigida al lente.
Fuente: © Bruce Davidson | Magnum Photos
Al final como un reflejo de las incómodas realidades detrás del "freakshow", como los circos son comunmente referidos en el slang norteamericano, las imágenes del nacido el 5 de julio de 1933 en Oak Park, Illinois son una conversacion frontal sobre la soledad, el trabajo, y en algunas ocasiones, el aislamiento implícito que conlleva el hecho de ser un enano, y por lo tanto, siempre hasta cierto punto un extraño.
Aunque también, en todo ese universo, Jimmy Armstrong tenía aceptación, una familia, y ganaba un salario para vivir una vida para sí mismo, y eso, menciona el retratista, también es una parte fundamental para que las fotografías trascendieran, porque al final arrojan luces de heroísmo y dignidad.
Después de estar de gira con el circo y Jimmy, llegó el tiempo de separarse, un proceso que Davidson encontró sumamente difícil, declarando que "es más fácil entrar en un mundo que dejarlo", aunque para Jimmy, quien ha vivido toda su vida en el camino, era parte del show.
Durante un tiempo, el par de amigos se escribió por medio de tarjetas, donde Jimmy le iba contando a Bruce sobre todos los pueblos que iba a visitar con el circo, no obstante, con el tiempo se perdieron el rastro.
Davidson no cree que haya alguna fotografía que se arrepienta de no haber tomado, especialmente desde esa serie, pero sí guarda un deseo, ya que le regaló una Yashica 6×6 a su amigo como regalo de despedida. En todo caso, siempre se ha preguntado qué fotografías tomó Jimmy, ya que le encantaría verlas.
Para Bruce, Jimmy era un gigante en sus ojos. Su serie Circus, a pesar de todos sus temas y luego de un lapso de casi seis décadas, las fotos continúan resonando con fuerza, tanto como un espejo a la vida de artistas ambulante, como el retrato íntimo de un entrañable amigo.