Leonor Fini se hizo amiga de toda la comunidad artística parisina y fue una de las personas más fotografiadas del siglo XX, dando como resultado el legado de "reina del mundo del arte de París", expresión acuñada por la crítica de arte Sarah Kent.
No obstante, a pesar de su lugar el el mundo, la artista y diseñadora nunca se consideró surrealista porque consideraba que aquel grupo era demasiado sexista, y a pesar de una carrera de décadas en la vanguardia, terminó siendo mucho menos conocida en comparación con sus amigos y colaboradores, incluidos Max Ernst, Salvador Dalí, Albert Camus, e Yves Saint Laurent.
Ella se opuso a la misoginia del líder André Breton, quien de hecho excluyó a las mujeres artistas de las fotos oficiales de los surrealistas y creía fervientemente en el papel tradicional de la mujer como musa erótica. Invirtiendo los tropos de género, Fini describió constantemente a los hombres en su obra de arte como seres delicados y hermosos que necesitan orientación y protección.
Fuente: Revista Mujeres
Por eso y mucho más, es importante volver a reconocer y a traer a la luz el legado de Leonor, quien sin duda se alza como una de las artistas más importantes del siglo XX.
Fini nació en 1907 y creció en Trieste, Italia, con su madre, pero a menudo se vestía como un niño para evadir a los secuestradores enviados desde Argentina por su padre. Se cree que el tiempo que Fini pasó vestida como un niño encendió su fascinación por la androginia y el uso de disfraces elaborados.
En gran parte autodidacta, Fini estaba profundamente fascinado por el arte y estudió obras que van desde los prerrafaelitas hasta el Renacimiento y los manieristas. Cuando era adolescente, aprendió anatomía por sí misma, dibujó estudios de cadáveres en la morgue y leyó las obras no traducidas de Freud y Jung. No debería sorprender, entonces, que Fini fuera aceptada fácilmente en el Salón Carré de París cuando se mudó a Francia en 1931, a la edad de 24 años.
Si bien Fini comenzó como artista durante un breve período en Milán como parte de una exposición colectiva de 1929, realmente floreció en París. Christian Dior, entonces galerista, expuso sus obras antes de dejar el arte por la moda. Tenía como amigos cercanos a los pintores surrealistas Leonora Carrington, Méret Oppenheim, Salvador Dalí y Max Ernst.
Durante el día, Fini trabajaba durante horas y horas en su taller, pero disfrutaba de una lujosa vida nocturna, ya que asistía a fiestas y bailes con elaborados disfraces con un hombre en cada brazo. Sus amantes, entre los que se encontraban Ernst, el pintor Stanislao Lepri y el escritor Constantin Jelenski, vivían con ella en ménages à trois y eran sus musas durante el día.
Por otro lado, da la sensación de que su arte siempre fue una extensión de su vida real o de fantasía, un escenario para sus formas seductoras, lo que a menudo domina las lecturas de su trabajo. Es por eso que con los años se ha vuelto una artista inmersa en el tema de la teatralidad.
El arte de Fini, a pesar de toda su exploración temática subversiva, la ayudó a alcanzar la fama durante su vida, no obstante, es hasta ahora que ha comenzado a recibir su merecido crédito del mundo del arte en general.
Los ecos del legado de Fini resuenan en el panorama actual de la moda y el diseño, por ejemplo, mientras su pensamiento sirve como base a muchas de las discusiones de feminidad que se dan actualmente.
Con los años, su estilo de vida excéntrico, su sexualidad abierta y su vida bohemia en la sociedad parisina desviaron la atención de su obra de arte, y es por eso que la Art Dealers Association of America la considera "la artista más infravalorada del siglo XX", una opinión secundada por el crítico de arte Joseph Nechvatal, quien afirma que desde su popularidad parisina se ha estado "deslizando desde entonces hacia la oscuridad".
La gran artista falleció en 1996, pero antes que nada, fue una pintora, performer, diseñadora, feminista y mística, que se negó a ser etiquetada o categorizada (incluso como surrealista). Cuestionó las creencias preestablecidas y empujó los límites, incluso los de la mente abierta. Mostró una libertad de enfoque, que resultó en una poderosa autoexpresión y empoderamiento femenino colectivo.
Como tal, su influencia se siente poderosamente entre las artistas femeninas jóvenes y emergentes.