Durante la década de 1960, tres grandes artistas utilizaron la naturaleza como lienzo: Yves Klein pintó el cielo, Robert Smithson esculpió la tierra, y Nicolás García Uriburu pintó el agua. Extrañamente, el que generó un movimiento no fue la protesta artística de Uriburu por nuestra contaminación de la naturaleza, sino las incursiones de Smithson en la naturaleza.
No obstante, Nicolás, nacido en 1937, fue pionero en el arte ambiental en 1968, cuando conmocionó al mundo del arte al teñir de verde el Gran Canal de Venecia en vísperas de la Bienal. Continuó coloreando el Sena en París, el East River en Nueva York, las fuentes en Trafalgar Square y muchas otras vías fluviales urbanas, y de esta forma, empujó su visión al resto del mundo para convertirse en uno de los pinceles más importantes de Argentina.
Nicolás nació en Buenos Aires el 24 de diciembre de 1937. Vuelto y famoso por ser un artista plástico, pintor y arquitecto, sus primeras obras consistieron en paisajes semiabstractos y luego se aproximó a la estética Pop. En 1954 realizó su primera exposición en la Galería Müller, y a partir de 1968, comienza a desarrollar una serie de intervenciones en la naturaleza, convirtiéndose en uno de los principales referentes del land art.
Nicolás García Uriburu. Fuente: Infobae
Uriburu vivió en París y Nueva York a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970, pero extrañaba su Argentina natal, por lo que regresó a Buenos Aires, aunque eso significó rechazar una oferta para unirse a la galería de Leo Castelli en Nueva York. Pasó las siguientes cuatro décadas haciendo arte que celebraba la belleza natural de América Latina y protestaba por su destrucción.
Recientemente, en 2010, se asoció con Greenpeace para hacer una coloración para objetar la suciedad y el hedor que siguen siendo un legado del ahora abandonado puerto de Buenos Aires en La Boca, lo que sirve como muestra su compromiso social y con la naturaleza que se extendía mucho más allá que su lienzo.
El regreso de Uriburu a la Argentina fue una ganancia para América Latina, pero una pérdida para Norteamérica y Europa y para el establecimiento de su fama internacional, no obstante, jamás pudo poner e duda el gran talento del pincel latinoamericano.
Nicolás era por naturaleza reservado, tímido y digno, y carecía de la enorme sed de fama que impulsaba al resto de sus contemporáneos. Entonces, tal vez esta simple diferencia en la personalidad condujo al establecimiento temprano del Earth Art y al correspondiente retraso en el desarrollo del Environmental Art.
Nicolás era un artista maravilloso y una persona maravillosa de acuerdo a aquellos que vivieron a su lado; se relacionó con talentos como Restany, Arman, Warhol, Smithson y otros, siempre aprendiendo, pero fiel a sus propios y duros estándares, logrando un quiebre en su obra y llamando la atención en el arte mundial.
Nicolás amaba todo lo indígena de América Latina y amaba el arte, y por eso fusionó ambas. Su estudio y su hogar estaban llenos de arte popular y moderno de América del Sur, y sus propias obras magníficas que celebraban las formas y colores naturales de América del Sur, lo que logra distinguirse en su trabajo.
Elizabeth Bishop escribió una vez que 'Hay algunas personas a las que envidiamos no porque sean ricas, hermosas o exitosas, aunque pueden ser cualquiera de estas cosas o todas ellas, sino porque todo lo que son y hacen parece ser de una sola pieza, de modo que aunque quisieran no podrían ser o hacer de otra manera.” Este fue el caso de Nicolás.
Desde la pintura expandida y los primeros movimientos de tierra hasta el activismo ambiental, las coloraciones de García Uriburu reflejan el espíritu de experimentación de muchos artistas en las últimas décadas del siglo XX. También demuestran la evolución de una práctica artística que respondió a los problemas sociales y políticos de su tiempo.
Su creatividad le trajo grandes y merecidos éxitos, pero nunca perdió la humildad ante su tema y su disciplina. Vivió su vida en estado de gracia y la compartió generosamente con los demás hasta su muerte el 19 de junio de 2016, en Buenos Aires.