Antonio Seguí fue uno de los artistas argentinos más importantes del siglo XX. De origen cordobés, estaba radicado en París desde la década de 1960.
Convertido en un laureado escultor, artista plástico e ilustrador, decidió hacer de los hombres con sombrero su motivo recurrente y distintivo en su obra, una imagen que se convirtió en una recurrente de la caricatura argentina.
Antonio nació en 1934 en Argentina, y entre 1951 y 1961 estudió pintura en su país natal, en España y Francia. Antonio tuvo que ser convencido por Ernesto Farina para que abandonara la carrera de derecho por una de artes.
Antonio Seguí. Fuente: Arte Al Día
Cuando finalmente se decidió por hacerlo, comenzó trabajando en venas conceptuales y expresionistas hasta que finalmente se volvió hacia Art Informel, su estilo particular.
Influenciado por Fernand Léger y Diego Rivera, Seguí comenzó a utilizar su obra como crítica social y sátira.
Tras su primera exposición personal que tuvo lugar en Córdoba, en 1957, se hizo conocido por sus imágenes de ciudades y sus habitantes representadas en un estilo plano.
En 1958, tras un viaje por toda América del Sur y América central, decide radicar en México donde estudia las técnicas del grabado. En 1961, tras su regreso a Argentina, comienza lo que finalmente sería su sello absoluto antes de decidir instalarse definitivamente en Paris, en 1963. Tras unos años ahí, presentó su obra en la Bienal de París, y desde entonces, su éxito nunca vio un descenso.
Entre 1976 y 1983, llegaron las cuestiones políticas, y se le prohíbe residir en Argentina a raíz de la situación política que él caricaturiza en sus lienzos. Así es cómo escoge a Francia como su hogar absoluto.
En esos años, profundamente influenciado por George Grosz y Otto Dix, practica una figuración expresionista plagada de ironía. Poco a poco su figuración va evolucionando hacia lo absurdo, la sátira y el humorismo y construye una forma de teatro en cuyo escenario evoluciona un hombre en movimiento buscando su lugar en el mundo.
Permanentemente en su obra, aparece el Señor Gustavo, un personaje sombrío, con traje y sombrero, cruzando sus pinturas como el doble del artista.
De este modo, el personaje de Seguí desafía la muerte y toma en serio su propia existencia. Lleno de vitalidad, disimula bajo los trajes que viste un asomo de sueño. Por ello, y por encima de todo Seguí evoca lo trágico de la condición humana con una connotación autobiográfica que involucran los paisajes de Argentina, elefantes en la pampa, la lección de anatomía, así como los parques nocturnos de Paris y Nueva York.
Las obras del artista cuestionan, encierran aspectos enigmáticos y remiten casi siempre al título de una serie que interpelan al espectador: “A usted le toca hacer la historia”.
Para llevar a cabo su obra, Antonio utilizó el carboncillo, el pastel, el lápiz o la pluma para dibujar sobre un fondo de agitación urbana.
Seguí, al final de todo, está dotado de humor, ironía y sutileza. Lo mismo que su obra desde la cual nos miran sus autoritarios enanos de opereta, en un mundo en el que el humor no es sino la cortesía del horror, en el que para él, los recuerdos son experiencias.
Antonio Segui murió en Buenos Aires en febrero de 2022, dejando atrás una obra entrañable.