La estética y los temas que aborda Sergio Sánchez Santamaría en los grabados a los que da vida resultan totalmente contemporáneos, por lo que son fascinantes.
Sus obras, en las que usualmente solamente usa una tinta, la negra, transportan al imaginario latente en la colectividad mexicana de una forma sumamente mágica.
Este artista, nacido en Tlayacapan, Morelos, se mudó a temprana edad a la Ciudad de México, donde aprendió todo sobre la tan peculiar visión chilanga.
La trayectoria profesional de Sergio Sánchez Santamaría comenzó formalmente en 1997 en el Centro Docente de Grabado, bajo la dirección de los maestros Alfredo Mereles y Jesús Álvarez Amaya.
Sin embargo, su camino en el mundo del arte empezó mucho antes, cuando su padre le prestaba lápices para que pudiera colorear libros de niño.
Su fascinación por el mundo creativo hizo que Sergio tomara cursos con maestros particulares y programas de verano para niños para que poco a poco fuera desarrollando sus habilidades artísticas, pero en aquel momento no tenía claro cuál podría ser su camino más adelante.
Finalmente y lo que marcó su vida para siempre fue haber ingresado a la escuela de iniciación artística en el INBA, pero no descartaba la posibilidad de estudiar derecho.
La academia nunca fue algo que le llamara la atención, pero gracias a un breve taller que tomó en la Escuela Nacional de Artes Plásticas fue que conoció más sobre técnicas y artistas reconocidos, lo que le abrió las puertas a un maravilloso mundo.
Así, a los 18 años, Sergio Sánchez Santamaría tuvo claro que quería ser artista, así que tan solo dos años después de esto logró ingresar en la Esmeralda.
Tiempo después, el maestro Alfredo Mereles, en el Centro Docente de Grabado, puso a este joven artista a realizar diversos ejercicios para que después los grabara y fue justo ahí cuando supo que tenía que dedicarse de tiempo completo al grabado.
Así, con el paso de los años y aprendiendo de los grandes maestros, fue que Sergio Sánchez Santamaría ha encontrado su propio estilo, uno mucho más contemporáneo y más relajado, que refleja los tiempos en los que vivimos.