En los tumultuosos años 70, cuando el grafiti estaba en pleno auge en las calles de Nueva York, un nombre comenzó a aparecer misteriosamente en las paredes de la ciudad: SAMO. Este nuevo estilo, en el que estaba involucrado Jean-Michel Basquiat, rompió con el formato tradicional de nombre y número que predominaba en el mundo del grafiti.
Detrás de estas enigmáticas palabras se encontraban dos jóvenes artistas, Al Díaz y Jean-Michel Basquiat, que se autodenominaban SAMO y utilizaban este seudónimo como canal para expresar su angustia y rebeldía. SAMO resultó ingenioso, confuso y desafiante, logrando captar la atención de todos los que se topaban con su obra.
Aunque Jean-Michel Basquiat se convertiría poco tiempo después en un icónico artista, el impacto de SAMO en su carrera resulta un tema poco explorado. Desafortunadamente, los escritos de SAMO fueron borrados o eliminados desde hace mucho tiempo.
Mucho antes de su encuentro con Díaz, Jean-Michel Basquiat ya era un prometedor miembro del movimiento del grafiti en Nueva York. Criado en un proyecto de viviendas en el Lower East Side, Basquiat comenzó a grafitear en trenes y autobuses a la temprana edad de 12 años. Sin embargo, fue su amistad con Díaz lo que impulsó el nacimiento de SAMO.
Imagen de las frases creada por SAMO. Foto: Dazed
Compartiendo intereses artísticos y musicales, así como raíces hispanas, ambos jóvenes encontraron en SAMO una forma de expresar su creatividad y crítica social. Juntos, crearon el periódico Basement Blues Press y utilizaron el seudónimo SAMO como una plataforma para difundir mensajes crípticos y satíricos en las calles de Nueva York.
La fama y reconocimiento de SAMO llegaron en 1978, cuando vendieron su historia a la revista Village Voice por tan solo 100 dólares. En un artículo titulado "SAMO Graffiti: ¿BOOSH-WAH o CIA?", escrito por Philip Faflick, se reveló la identidad de los artistas detrás de la misteriosa firma.
Basquiat y Díaz se describieron a sí mismos como desertores escolares y explicaron que SAMO era una herramienta para burlarse de la hipocresía y la falsedad de la sociedad. El artículo provocó una amplia gama de reacciones, desde mensajes de apoyo hasta críticas negativas, pero todo ello fue considerado un halago por los artistas.
A medida que Basquiat se embarcaba en una exitosa carrera en solitario y establecía amistades con figuras icónicas como Andy Warhol y Keith Haring, la colaboración con Díaz se disolvió. Basquiat dejó de utilizar el seudónimo SAMO y comenzó a firmar sus obras con su propio nombre: Jean-Michel Basquiat. A pesar de la separación, Díaz recuerda un encuentro posterior en el que Basquiat le entregó una pintura como una especie de ofrenda de paz.
Sin embargo, Díaz lamenta haber vendido la obra sin pensar en su valor sentimental.
La trágica muerte de Basquiat en 1988 puso fin a su brillante carrera artística, dejando un legado imborrable en la historia del arte contemporáneo. En tanto, Díaz continuó explorando diferentes caminos artísticos y, recientemente, ha revivido el espíritu de SAMO. Aunque ahora utiliza las redes sociales como plataforma, Díaz mantiene la esencia original de SAMO y busca transmitir su mensaje crítico y satírico a las nuevas generaciones.
En resumen, SAMO fue el primer gran proyecto artístico de Jean-Michel Basquiat, una colaboración con Al Díaz que dejó una marca indeleble en la escena artística de Nueva York. Su estilo ingenioso y confrontativo, plasmado en mensajes crípticos y satíricos, desafió las normas del graffiti tradicional y llamó la atención del público. Aunque su colaboración fue efímera, el impacto de SAMO en la carrera de Basquiat fue significativo, y su legado perdura como una manifestación artística única en la historia del arte contemporáneo.