Nairy Baghramian, la aclamada escultora nacida en Irán, está dejando una marca indeleble en la escena artística con sus poderosísimas obras que desafían las convenciones y cuestionan el poder establecido.
Con piezas expuestas tanto en el Museo Metropolitano de Arte (MET) como en el Museo de Arte Moderno (MoMA), Baghramian actualmente está en el centro de la conversación artística en Nueva York.
La escultora, de 52 años, ha logrado un éxito internacional con exposiciones en dos Bienales de Venecia (2011 y 2019) y una Documenta (2017), pero es ahora en Estados Unidos donde está obteniendo su mayor visibilidad.
Baghramian, que vive en Berlín, cuenta con una gran influencia de esta ciudad en su desarrollo artístico, particularmente durante los años 90, cuando la capital alemana era un hervidero de cambios y debates filosóficos y artísticos.
La obra de Nairy Baghramia se caracteriza por su resuelta abstracción y el uso de materiales poco convencionales en la escultura, como aluminio, silicona, cuero y vidrio.
Sus esculturas ocupan grandes espacios en galerías, creando una experiencia inmersiva para el espectador. Sus formas y texturas a menudo provocan tanto admiración como sorpresa, y Baghramian las considera un medio para examinar sistemas de poder y formar ideas políticas.
"Formar ideas políticas me enseñó a formar esculturas", explica la artista.
En el MET, Baghramian ha desafiado el canon y el papel de los museos con su encargo de fachada, titulado "Scratching the Back". Cuatro esculturas de aluminio pintado y enrejado de acero ocupan las hornacinas junto a la entrada del museo, desafiando la autoridad y la proyección de colecciones del
Met al mundo. Sus piezas parecen estar en el límite de caer de las hornacinas, una metáfora visual de la manera en que los museos pueden ocultar tanto como revelar.
En el MoMA, Baghramian presenta una obra titulada "S'adossant (Pauline)" o "Reclining (Pauline)", que representa un cambio significativo en su enfoque. Esta escultura, en tonos rosados, sugiere una figura reclinada y abraza elementos de su historia personal y su familia, incluyendo memorias difíciles que había mantenido alejadas de su obra anterior.
Su hermano, Razmik, fue quien la ayudó a desenterrar estos recuerdos, recordándole un episodio traumático de su infancia en Irán. Baghramian dedicó esta obra a todas las víctimas y sobrevivientes de la tortura, marcando un paso importante en su carrera artística.
Con su habilidad para mezclar la abstracción con lo político y lo personal, Nairy Baghramian está transformando la manera en que vemos y entendemos la escultura en el siglo XXI, dejando una huella imborrable en el mundo del arte contemporáneo.