En un momento en que el arte conceptual, el pop art y la escultura minimalista se encontraban en pleno apogeo, y muchos afirmaban que la pintura estaba destinada a desaparecer, Brice Marden emergió como un contrapeso poderoso. El artista, reconocido por su fusión elegante entre el minimalismo y el expresionismo abstracto en la década de 1960, falleció a los 84 años en su hogar de Tivoli, Nueva York.
La causa de su fallecimiento fue el cáncer, según informó su esposa, Helen Marden. Nacido en Bronxville, Nueva York, en 1938, Marden se convirtió en uno de los artistas más admirados e influyentes de su generación, desafiando las predicciones sobre la muerte de la pintura en una época dominada por otras corrientes artísticas.
En medio del auge del arte conceptual y el minimalismo, Marden presentó un enfoque audaz y único en la Galería Bykert de Nueva York en 1966. Sus pinturas, aparentemente monocromáticas a primera vista, revelaban una riqueza de texturas y capas en una inspección más cercana.
Su uso magistral de la mezcla de pintura al óleo y cera de abejas creaba una profundidad sorprendente, evocando influencias de maestros como Zurbarán, Goya y Cézanne.
Thira, 1979-80. Brice Marden. Foto: Gagosian
El reconocimiento crítico fue abrumador, catapultando a Marden al estrellato en el mundo del arte mientras aún estaba en sus veinte años. Se le consideró líder de una escuela artística en su propia categoría. Su capacidad para infundir emociones en sus capas de color fue destacada por críticos y colegas, que lo compararon con figuras icónicas como Willem de Kooning y Jasper Johns.
A lo largo de su carrera, Marden siguió evolucionando su estilo, explorando nuevas influencias y conceptos. En la década de 1980, después de un viaje a Asia y tras ser inspirado por la caligrafía japonesa, adoptó un enfoque basado en la caligrafía china, creando intrincadas obras que combinaban líneas y colores en formas sinuosas. Esta transformación le valió una reputación aún más sólida como un artista excepcional y visionario.
El legado de Brice Marden perdurará, habiendo dejado una marca indeleble en la historia del arte. Su capacidad para revitalizar la pintura en una era de cuestionamiento artístico y su inquebrantable búsqueda de nuevos caminos lo sitúan como una figura influyente y perdurable en el mundo del arte contemporáneo. A lo largo de su vida, Marden demostró que la pintura podía ser una expresión de sentimientos profundos y complejos, y que su obra seguirá cautivando a las generaciones futuras.