En medio de su tormento artístico y existencial, Vincent van Gogh encontró el amor en una mujer de nombre Clasina Maria Hoornik, quien se hacía llamar Sien: una prostituta de La Haya, quien fue para el pintor neerlandés algo más que una musa. Cuando el artista se acercó a ella para que posara en sus dibujos, no imaginó que acabaría compartiendo su modesto apartamento y construyendo una vida familiar junto a Sien y dos hijos de ella.
Pero el destino de Sien estaba marcado por sombras aún más oscuras que las del esquizofrénico Van Gogh. En una confesión desgarradora, la joven admitió a Vincent que su pereza era la causa de su vida en la prostitución, una elección que la atormentaba. "Es inevitable que termine arrojándome al agua", le confesó desesperadamente en una carta, según los biógrafos.
Trágicamente, 21 años después, la profecía se cumplió. En el libro, "Vivir con Vincent van Gogh", de Martin Bailey, el escritor narra los detalles de esta historia que ha permanecido oculta hasta ahora. Siguiendo el rastro de un certificado de defunción en el archivo municipal de Róterdam, descubrió los escalofriantes informes sobre la muerte por ahogamiento de una mujer cuya identidad sólo se conocía por sus iniciales.
La vida de Sien había sido una sucesión de dificultades. Abandonada por los cuatro hombres con los que había quedado embarazada, había perdido a dos de sus hijos en la infancia. Cuando conoció a Vincent, ya tenía una hija de cinco años, María, y estaba esperando otro hijo fruto de un amante diferente.
A pesar de los obstáculos, Vincent se entregó por completo a la relación, expresando en una carta a su hermano Theo su amor tierno por Sien y su deseo de casarse para evitar que la adversidad la llevara por el mismo camino de autodestrucción.
Sin embargo, las circunstancias y la oposición de Theo impidieron que se concretara un matrimonio. La relación entre Vincent y Sien, dos almas solitarias unidas por el peso de la existencia, se volvió cada vez más complicada. Vincent, obsesionado con su carrera artística y su afán de ser reconocido, era un personaje torpe y peculiar. Sien, por su parte, arrastraba el peso de sus experiencias dolorosas sin compartir el interés de Vincent por el arte y la literatura.
Las tensiones finalmente llevaron a la separación, tras un año y medio de que se conocieran. Van Gogh partió hacia Drenthe, una región remota del norte de Países Bajos, en busca de inspiración en los paisajes. Mientras tanto, Sien tuvo que enfrentar la realidad de criar a sus hijos sola.
La vida de Sien después de la partida de Vincent ha sido un misterio hasta ahora. Sin embargo, se descubrió que poco después entregó la custodia de sus dos hijos pequeños. María fue enviada a vivir con su abuela materna, mientras que el pequeño Willem quedó al cuidado de su tío. Sien se mudó de un lugar a otro, de La Haya a Delft, luego a Amberes y finalmente a Róterdam.
En 1901, a los 51 años, Sien contrajo matrimonio por primera vez. Su esposo, Arnoldus van Wijk, era 11 años menor que ella. Aunque se ha especulado que fue un matrimonio por conveniencia, debido a que Arnoldus le dio su apellido a Willem, parece que fue un vínculo más sólido de lo que se creía, ya que el periódico Rotterdamsch Nieuwsblad menciona la dirección conjunta de la pareja en la calle Verlaatstraat, a solo 10 minutos de distancia de donde Sien fue encontrada sin vida.
El 22 de noviembre de 1904, Sien cumplió su trágica profecía al ahogarse en el canal de Provenierssingel, en una helada noche de Róterdam. Su cuerpo delgado y frágil fue descubierto por un jardinero público, y su identidad se mantuvo en secreto hasta que su esposo acudió a la comisaría de policía para denunciar su desaparición. Después de una semana angustiante, el peor de sus temores se hizo realidad cuando tuvo que identificar el cuerpo de su amada.
La muerte de Sien dejó una sombra de incertidumbre y dolor en la vida de aquellos que la rodearon. Arnoldus, tras llorar la pérdida de su esposa, permaneció en Róterdam hasta su propio fallecimiento en 1916. María, la niña retratada por Van Gogh en su apartamento de La Haya, murió en 1940. Su hermano menor, Willem, vivió hasta 1958 y terminó dedicándose a la ingeniería en el servicio de obras hidráulicas estatales.
Curiosamente, ni María ni Willem mencionaron nunca al artista holandés que había sido amante de su madre.
Resulta intrigante pensar que, apenas doce días antes del suicidio de Sien, se inauguró en Róterdam una importante exposición de la obra de Van Gogh en la galería Oldenzeel, ubicada a tan solo un kilómetro de distancia de Verlaatstraat. En aquel entonces, Vincent comenzaba a ser reconocido como artista. Uno se pregunta si Sien llegó a enterarse de la creciente fama del hombre con quien compartió su vida y cuyo propio destino fue truncado por su propio suicidio.
La historia de Vincent y Sien, marcada por el amor, la tragedia y las adversidades, nos deja con más preguntas que respuestas. El legado de Van Gogh ha trascendido el tiempo, pero la vida de Sien, esa mujer valiente que luchó contra su propia desesperación, se ha perdido en las brumas del pasado. Quedará para siempre como un enigma en la historia del arte y en el corazón de aquellos que se adentran en el mundo turbulento de Vincent van Gogh.