Elizabeth de Cuevas, escultora conocida por sus monumentales creaciones en acero y bronce, murió en su casa en Manhattan, a los 94 años.
Su muerte fue confirmada por su hija, Deborah Carmichael.
De Cuevas, nacida en Francia, fue hija de Margaret Strong de Cuevas, de quien se decía que era la nieta favorita de John D. Rockefeller, el fundador de Standard Oil y gran magnate estadounidense.
Elizabeth de Cuevas nació el 22 de enero de 1929 en Saint-Germain-en-Laye, en las afueras de París, una de los dos hijos de Margaret Strong de Cuevas y George de Cuevas, un empresario de ballet chileno.
Escultura hecha por Strong-Cuevas. Foto: The New York Times
Inspirada de niña por las altísimas catedrales y palacios de Europa, más tarde dejó volar su imaginación, evocando civilizaciones antiguas, misticismo indio y reflexiones interestelares en un trabajo exuberante que a menudo presentaba a gran escala.
Con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la familia se mudó a Nueva York y ella empezaría a realizar sus primeros pininos en el mundo del arte.
Trabajando bajo el nombre profesional de Strong-Cuevas, se hizo más conocida por sus esculturas que involucran grandes perfiles y cabezas humanas, algunas totémicas, otras muy abstractas, y otras refractadas a través de la lente del cubismo, mostrando rostros desde múltiples ángulos.
A esta artista le gustaba hablar en sus creaciones de la física, ideas espirituales y el yoga. Las dos caras con las que contaban sus creaciones buscaban mostrar los espacios negativos así como el espíritu más allá de la materia, la idea antes que la forma material.
En la década de los 80, Elizabeth de Cuevas consolidó su reputación como escultora gracias al sin fin de exposiciones que llevó a cabo en galerías y museos de los Estados Unidos, principalmente en los Hamptons, donde tenía una casa y su estudio, lo que hizo que fuera conocida por algo más que pertenecer a una de las familias estadounidenses más acaudaladas.