Susana Baca ha vivido múltiples vidas en sus 78 años.
Es una de las cantantes más célebres de Perú y una campeona de la música afroperuana, amplificada por una asociación con el sello discográfico Luaka Bop de David Byrne. Tiene formación como etnomusicóloga y administra un centro cultural en Perú, y fue solo la segunda ministra afroperuana en la historia del gobierno peruano independiente, sirviendo como ministra de cultura en 2011.
Su interés musical se nutrió de las composiciones criollas y fusión de Chabuca Granda, así como de sus raíces afroperuanas, para luego crear puentes con músicos y géneros de todo el mundo.
A lo lago de su carrera, ha colaborado con artistas tan diferentes entre sí como Gilberto Gil, Björk y Calle 13, Pedro Aznar y Snarky Puppy.
Su música nació en Perú, entre lo andino y lo costeño, pero ha explorado el choro brasileño, la chacarera, el gato argentino, el jazz, el bolero. Siempre con una fascinación especial con todo ritmo nacido de la diáspora africana. El arte de Susana es una celebración de la herencia negra.
Nacida en Lima, 24 de mayo de 1944, creció preocupada por mantener feliz a su madre. Estudió para ser maestra pero siguió cantando la música de su infancia después de notar cómo era constantemente marginada.
Desde muy niña estuvo rodeada de músicos; su padre era guitarrista, su madre bailarina, sus tías cantaban al estilo Aretha Franklin, y sus primos fueron los creadores del grupo Perú Negro. Ellos aportaron la fuerza necesaria que impulsó a Susana a dedicarse de lleno a la música.
Con el tiempo comenzó sus estudios y formó un grupo de música experimental, que combinaba ritmos y poesía local. Ganó dos becas, una del Instituto de Arte Moderno de Perú y la otra del Instituto Nacional de Cultura Peruana para investigar las raíces de la tradición musical peruana, además de obtener el premio de interpretación y composición en el primer Festival Internacional de Agua Dulce.
Luego estudió educación en la Universidad Enrique Guzmán y Valle, "La Cantuta" en donde se graduó en 1968. Esta misma institución le concedió el 20 de noviembre del 2009 el Doctorado Honoris Causa.
En 1995, Luaka Bop, el sello creado por David Byrne, sorprendió con la edición de un trabajo recopilatorio que reflejó el alma del Perú Negro, y así empezó su aventura musical y como una de las más destacadas artistas latinoamericanas de la música folclórica.
Más tarde, trabajando con la popular cantante peruana Chabuca Granda desde 1970, inicialmente como su asistente personal y luego como aprendiz musical, Baca incorporó los ritmos afroperuanos al trabajo de Granda, aumentando lentamente la conciencia generalizada de su cultura.
Las siguientes dos décadas permaneció de gira por América Latina mientras tocaba música tradicional afroperuana, así como canciones populares que fueron desenterradas a través de investigaciones realizadas con su esposo, Ricardo Pereira.
No fue hasta mediados de la década de 1990 que alcanzó el escenario mundial, y desde entonces, se encargó de cargar su música con inmensa calidez y la riqueza de su voz, que se desliza sobre la instrumentación de percusión tradicional del cajón y el udu.
La misma calidez y emoción cruzó la barrera del idioma y su arte abrió las puertas al mundo.
Usó ese beneficio de voz popular para hablar ante la ONU en contra la discriminación racial. “Perú ha tenido una relación difícil con su población negra e indígena”, dijo ella explicando su legado. “Hay un recordatorio de su historia de esclavitud, por lo que nuestra música a menudo fue ignorada u olvidada. Sentí que necesitaba ayudar a mantenerlo vivo”.
En la música que explora Susana, el afro es la base, y de ahí el nombre de Negrocontinuo para el instituto musical que decidió fundar junto a su esposo. Al final de todo, su música es igual melodía como años investigando tradiciones no estaban disponibles en bibliotecas públicas; la idea de cómo revalorizar la herencia negra a través de la educación ha sido su motor, y a su vez, una convicción que la mantiene vigente.
Ella es una cantante de la escuela de música cuya base no es lo académico (aunque no lo descuida), si no lo cultural.
Con su aporte, la música afroperuana ya no es un interés de nicho.
Mi misión se ha cumplido... Soy un puente entre la generación anterior y la nueva, y veo que los jóvenes ahora realmente abrazan la música afroperuana y la hacen suya: está floreciendo y no temo que desaparezca. Tiene raíces profundas.