Milena Jesenská, nacida en 1896, fue una destacada periodista y mediadora entre las culturas checa y alemana en Bohemia, así como una astuta comentarista política.
Desde el punto de vista de la posteridad, tiene la desgracia de haber sido el último amor de Franz Kafka, y por eso es que la mayoría de la gente la conoce.
Aunque sólo se vieron dos veces, justo antes de la muerte de Kafka, ella fue una de sus primeras traductoras del alemán al checo, y mantuvieron una correspondencia fascinante y apasionada, que se vio aún más encendida por el hecho de que ambos habían crecido a la sombra de una sociedad muy padres dominantes.
Pero, debido a su extraordinaria carrera y capacidad como periodista y comentarista política, Jesenska merece ser recordada por mucho más.
Entonces, ¿cuál fue su contribución a la vida cultural y literaria de la época?
Milena pertenecía a la élite. Ingresó en el Minerva Gymnasium, creado para promover la educación académica de las mujeres jóvenes, junto a personalidades como Alice Masaryk. Ahí, escribió para el periódico de la escuela y se enamoró de su profesora y de algunos otros hombres jóvenes y mayores, preferiblemente artistas.
A Milena no le importaban las siempre importantes delimitaciones étnicas de la vida de Praga, y para enfurecer a su padre nacionalista, empezó a frecuentar el café Arco, cerca de la estación de tren de Hybernská, donde jóvenes intelectuales y escritores judíos alemanes se reunían para chismes sobre sus ideas y manuscritos.
Ella era muy parte de la vanguardia de izquierda de la década de 1920 y 1930, y en esos tiempos, sostuvo un matrimonio bastante tempestuoso y muy bohemio con el arquitecto de vanguardia Jaromir Krejcar, aunque también sostuvo amoríos, entre ellos, con el elocuente Ernst Pollak, con quien se casa y va a vivir a Viena, y que acaba olvidándose de ella en pos de nuevas conquistas.
En aquella época, escribía artículos fascinantes porque situaban la vida política de la época en un contexto social muy concreto, y en ese sentido, eran muy modernos; también desafiaban los estereotipos sobre el papel de la mujer en aquella época.
Milena Jesenska siempre fue una escritora política, aunque en la década de 1930 rechazó el comunismo, después de enterarse de los excesos de la Rusia estalinista. Algunos de sus mejores escritos son una serie de artículos que escribió desde las zonas fronterizas principalmente de habla alemana, y justo antes y después de la llegada de Hitler en 1938.
En un momento de gran histeria, estos son artículos increíblemente humanos y equilibrados, que no se olvidaron de señalar el sufrimiento de los alemanes no fascistas de los Sudetes y de los checos después de la ocupación, arrojado una luz profunda sobre la tragedia de la época.
Hacia 1921, cuando Kafka ya está enfermo, Milena lo descubre en una revista y enseguida decide poner sus prosas alemanas en checo y se las envía a su editor. Quien le contesta es el propio Kafka. Comienza así una correspondencia que, con toda justicia, se alinea en la propia bibliografía de Kafka como una más de sus obras.
Años más tarde, por su implicación política y resistencia, es detenida en el campo de concentración nazi de Ravensbrück, del que ya no saldría, y en el que encontró un oído amigo que cumplió su promesa: "No me olvides, dile a los demás quién fui". Murió en 1944.