Hoy día, los cómics son el material fuente de películas que recaudan miles de millones de dólares. Pero en la década de 1950, los adultos generalmente los percibían como basura que pudiera lavar el cerebro de los niños, por lo que algunas personas incluso empezaron a quemarlos.
Luego, contra la corriente, aparece en 1952 When Tales Calculated to Drive You MAD—Humor in a Jugular Vein, tres años después re-bautizada como Mad Magazine, algo que nunca se había visto: un cómic que parodiaba cómics, vistos como como proveedores de violencia y degeneración que contribuían a la delincuencia, la homosexualidad y la propagación del comunismo, pero al momento de su lanzamiento, Mad Magazine se burlaba de todo eso también, marcando el camino de la fuerza de la editorial en el colectivo posguerra de los Estados Unidos.
De la mano de Harvey Kurtzman, un talentoso escritor y artista que había terminado el servicio militar y buscaba convertirse en ilustrador profesional, contratado por Maxwell Gaines, fundador de EC Comics, mientras la guerra de Corea en pleno apogeo, empezó el trabajo de esta innovadora revista, que contraria a muchas otras de la época, se especializó en contar las experiencias de sus fanáticos en el ejército e historias que examinaban el precio humano de la guerra.
Con ese ánimo de contar historias diferentes, una necesidad urgente para el año de 1952, el primer número apareció en las calles de Nueva York en el mes de octubre, con guion y edición de Kurtzman, y se vendió al por menor por 10 centavos. Gaines imprimió 400 mil copias para su lanzamiento y esperó ansioso recibir noticias de distribuidores y minoristas sobre si era un éxito, pero no lo fue.
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Y es que al momento de su estreno, no es que la revista padeciera de un buen contenido capaz de atraer al lector, más bien lidiaba con la ortodoxia de los tiempos que se demostró en la primavera de 1954, cuando el Subcomité sobre Delincuencia Juvenil del Senado de los Estados Unidos celebró audiencias en la ciudad de Nueva York sobre la amenaza de los cómics, en gran parte motivadas por la notoriedad de uno de los libros más vendido del año, el del psiquiatra Fredric Wertham, Seduction of the Innocent, que argumentaba que "la estimulación crónica, la tentación y seducción por los cómics (...) son factores que contribuyen a la inadaptación de muchos niños."
Para el evento, Gaines fue llamado a testificar y refutó los argumentos del libro de Wertham, quien ese mismo año, en junio, lanzó su edición con el subtexto: ¡Lo que publicamos es basura miserable! ¡Afortunadamente, es basura miserable pero barata! Al estilo de una revista literaria, de modo que los lectores avergonzados de leer este cómic en el metro pudieran hacer que la gente pensara que estuviera leyendo material intelectual en lugar de basura miserable.
William M. Gaines en huelga. Fuente: Popperfoto / Getty / TheNew Yorker
Tras varias juntas, luchas, críticas y citaciones legales después de haberse burlardo de Superman, Mad se convirtió en revista mensual y se expandió a nivel nacional, afrrándose gradualmente a la afluencia del pensamiento posguerra en la vida suburbana de Estados Unidos, que además estaba muy adentrada en el movimiento psicoanalítico expuesto a través de íconos gentiles como Marlon Brando.
Pronto, a la publicación se le añadiría a su equipo a una mascota: Alfred E. Newman, la ilustración de un joven de aspecto resaltante con su pelo despeinado, orejas disparejas y dientes huecos que comenzó a circular con el material publicitario, y quien guiaría a la ácida e irreverente publicación que estaba siendo catalgoda como insípida, vulgar y cínica, o bien, una publicación con un "consentimiento salvaje a la opresión de la cultura oficial", ya por los más enfadados por ella, a una que allanaría camino para las sátiras de la década de 1960 a las que generalmente se les atribuye el mérito de socavar la conformidad de los años de Dwight D. Eisenhower.
Como el arte queer, el hip-hop o Playboy, formada en 1953 por Hugh Hefner, que invirtieron insultos perjudiciales en insignias de empoderamiento, la desafiante etiqueta de "basura" de Mad luchó por el lenguaje del desdén cultural; subvirtieron la forma cómica en un arma ideológica dominante, atacando a todos, tanto a los mercados como a las industrias como a la Generación Beat, a Richard Nixon y John F. Kennedy y Hollywood.
Mientras el mundo volvía a caer en guerra y una era nuclear incierta, la revista, con Alfred al frente en cada portada, que como la Mona Lisa y el Che Guevara se colocó a la altura y sobre otros personajes culturales globales como Darth Vader y Donald Trump, definió la entrada de editorial como una de las armas sociales más importantes para la audiencia contra los pensamientos de poder sin límites de las décadas de 1970, 1980 y 1990, no solo localmente, sino con ediciones en Latinoamérica también.
Sin embargo, lo único cierto es que el tiempo no se detiene para nadie, y a pesar de su potente impacto cultural, Mad Magazine desapareció en julio de 2019, ya que, DC Comics, su propietario desde mucho tiempo atrás, decidió frenar a esta editorial, argumentando que el internet le había superado. Y aunque el recorrido fue largo y sin duda fructiíero, su desaparición se sintió como dejar por última vez la casa en la que crecimos.
Fuente: Mad Magazine
Mad había sido una vez indispensable para los niños, no necesariamente por el arte o la escritura, sino por ser un portavoz de ellos. Podría ser que ahora todos hablan por sí mismos, demostrando que curiosamente a la revista lo mató eso mismo de lo que se burlaba.
Lo cierto es que ante tiempos tan irreverentes y difíciles de entender, donde pareciera que la cara tarada de Alfred se podría aparecer en cualquier esquina (o para postularse a un puesto popular), la revista solo termina por enseñar qué tan profundo se ha metido en las venas del colectivo cultural, revelándose nuevamente a través de tantos proyectos visuales o de letras que se han tenido que fusionar con el internet.