José Antonio Alcaraz y su inmensurable legado

01 de Octubre de 2021 a las 09:22 hrs.

 

José Antonio Alcaraz llevó la crítica musical y teatral hasta sus últimas consecuencias.

Un hombre multifacético que llegó al teatro por el camino invisible de la música. Alcaraz, como otros tantos, pensaba que la música le daba al teatro su poder lírico y que el teatro le daba a la música su poder dramático. 

Luchó como pocos lo han hecho por hacer brillar a la ópera con el dinamismo y la versatilidad del teatro contemporáneo, y por sacudir la solemnidad del teatro con el humor y el aliento de la comedia musical.

Como director de escena fue sumamente arriesgado debido a que le gustaba experimentar con textos fuera de lugar para la época en la que vivió y sobre todo comenzó su camino, es decir, finales de los 60. Entre ellos se encuentran El gran roído, de Margarita López Mendoza, y El nuevo inquilino, o La guerra de Troya no se llevará a cabo, de Ionesco.

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En vida de Salvador Novo presentó Novísimo, un espectáculo que tuvo la virtud de mostrarle al público los versos prohibidos del poeta satírico. Aquello causó revuelo.

Al igual que Novo, José Antonio Alcaraz hizo de la mordacidad un estilo de vida, una forma de juicio. Cuentan que nunca escribía sus artículos, sino que los dictaba. 

Miles de personas lo admiraban por ser un extraordinario crítico de música más que como crítico de teatro.

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Por 25 años contó con una asombrosa columna sobre música en la revista Proceso que muchos calificaban como crítica aguda, inteligente, iconoclasta, que no hacía concesiones con la mediocridad y sabía contagiar su entusiasmo por el talento singular de los compositores y los músicos no convencionales. 

El magisterio de Alcaraz se extendió a las aulas de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), de cuya escuela fue fundador y maestro distinguido. 

Alcaraz subrayó infinidad de veces que el arte de escribir no se enseña, pero se aprende, por lo que sus clases no se daban sobre el pizarrón sino en la mente de los alumnos, a los que exigía pensar por su cuenta como primer paso para escribir una línea.

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Con el paso de los años, José Antonio Alcaraz se suavizó a tal grado que entre las últimas cosas que realizó fue el escribir cuentos para niños en los que los genios de la música eran chicos traviesos, parecidos a ese público infantil que parecía imposible para un autor tan intransigente. 

José Antonio Alcaraz vivió solo 63 años, pero su legado fue tan inmensurable que hasta el día de hoy nos acompaña en varias disciplinas.