Las historias que más le atraen a Benjamin Labatut son aquellas en las cuales un ser humano se topa de golpe con algo que no es capaz de comprender.
El autor chileno nacido en Róterdam, Holanda, en 1980, pasó su infancia entre La Haya, Buenos Aires y Lima antes de establecerse en Chile, donde actualmente vive y trabaja.
Para él sus libros son parecidos “a los laboratorios de los científicos locos o de los alquimistas, porque te permiten jugar con ideas sin la necesidad de que estén en estricta correspondencia con la realidad”.
Su primer experimento fue La Antártida comienza aquí, que ganó el Premio Caza de Letras 2009 en México y el Premio Municipal de Santiago, en Chile. Su segundo libro, After the Light, consiste en una serie de notas científicas, filosóficas e históricas sobre el vacío, escritas después de una profunda crisis personal. When We Cease to Understand the World fue su tercer libro.
Otro laboratorio intrigante de Labatut se llama Un verdor terrible, una historia de los caminos que llevan a descubrir la física cuántica, un libro de cinco cuentos sobre científicos, publicado en abril del 2020 por Anagrama y un fenómeno editorial para un autor que no era muy conocido internacionalmente hasta hace poco.
Hasta ahora, el libro ha sido traducido a 22 idiomas, y su versión en español va en la novena edición. Su versión en inglés, en particular, ha sido finalista este año en la categoría de mejor libro traducido del premio Man Booker y el National Book Award, los premios más importantes de la literatura anglosajona. Además, apareció este verano en la lista de los libros recomendados por el expresidente Barack Obama.
Otro más es La piedra de la locura, publicado en España por Anagrama el pasado 20 de octubre, que es casi una continuación de las preguntas que rondan en sus libros anteriores, preguntas por aquellos momentos en el que la razón y la locura se encuentran en el mismo lugar. La piedra de la locura explora en dos ensayos la obra y vida personal de más científicos, como el matemático David Hilbert, y otros artistas, como los escritores Howard Phillips Lovecraft y Philip K. Dick, pero también, es un libro mucho más personal y aterrizado en crisis recientes.
El título de este libro anteriormente mencionado está inspirado en La extracción de la piedra de la locura, un hermoso cuadro de 1505 de Hieronymus van Aken, El Bosco, que está en el Museo del Prado de Madrid.
En este se ve a un cirujano con dos ayudantes que está supuestamente extrayendo una piedra, la locura, en el cráneo de un hombre. ¿Pero quién es más delirante en el cuadro? ¿El paciente que pide ayuda? ¿O el hombre que, como se pensaba en el medioevo, ve la locura como una piedra incrustada en el cerebro que puede ser sanada con una rápida cirugía?
Cuenta el autor en este libro que después de haber publicado Un verdor terrible, varias personas se acercaron para hacerle preguntas urgentes cómo “¿Cuándo dejamos de entender el mundo?” o “¿Alguna vez lo comprendimos la realidad?”. Y así arrancó el proceso de este libro.
"La Extracción de la Piedra de la Locura" de Bosco. Fuente: El País
“Hoy vivimos en el mundo de Dick, una pesadilla plural y demente en la cual nunca podemos creer del todo en lo que vemos, sentimos y escuchamos”, escribe Labatut sobre la inestable credibilidad que tienen las grandes narrativas actualmente, científicas o sociales, y que tienen a buena parte de la población en la incertidumbre.
“Yo no conozco la locura ni siquiera de lejos, pero desde niño siempre tuve la sospecha de que había algo fundamentalmente torcido, algo muy extraordinario justo por debajo de la piel de las cosas”, declara Labatut.
Al ser cuestionado sobre los puntos de encuentro que tienen la literatura y la ciencia, la aclamada pluma chilena responde que el deseo que anima a la literatura es tan extremo como el que late detrás de la ciencia; es decir, el intento, fallido por principio, de poner el mundo en palabras, de darle una forma humana al caos de la experiencia.
"Pero la ciencia, a diferencia de la literatura", continúa explicado Benjamin, "ha cobrado vida propia; es como si fuese otra mente, un sistema caníbal que opera por sí mismo, que se justifica con su propia lógica y se alimenta de sí".
Lo que le atrae tanto de la ciencia es que es, junto con el arte, es un ámbito de lo humano que se sale de todos los límites, que no le debe lealtad a nada, y que rompe, casi sin miramientos, con lo que consideramos bueno y malo, moral e inmoral. Con ese ideal es que Benjamin Labatut navega lo desconocido y produce algunos de los textos más intrigantes y llamativos de los últimos años del gremio editorial.
“La ciencia es fuente de milagros y catástrofes, pero el impulso humano que busca más y más conocimiento es algo muy antiguo”, dice el autor sobre su fascinación con la razón y el delirio. Esta hambre de conocimiento “corre muy hondo por lado luciferino de nuestra naturaleza, sin el cual ya nos habríamos extinguido, pero que también nos sale muy caro, porque cada nuevo saber abre una nueva herida”.
Además de contar grandiosas historias, sus libros son también sobre los complicados vínculos entre el descubrimiento científico y matemático, la locura y la destrucción, así como de "los límites del conocimiento humano y las premisas no tan agradables sobre las que parece estar construida la realidad física", escribe Simon Ings en The Espectador.
Uno, al escribir, se ve obligado a alterar la realidad, a deformar la historia, a pervertir a tus personajes sencillamente porque crees en una verdad superior.