Eduardo Naranjo, el máximo representante del realismo mágico onírico actual en España, nacido en 1944, ha disfrutado de una carrera de décadas como pintor.
Influenciado por los cubistas y surrealistas de su España natal, se ha vuelto un artista jamás exento de enorme verismo, belleza y poesía.
Arrancó su aventura pictórica en la década de 1970, cuando evolucionó su estilo desde el expresionismo abstracto hasta las pinturas al óleo surrealistas y figurativas que crea hoy.
"La creación de Adán / Creation of Adam". Fuente: El Hurgador
Lo definitivo del artista es que sus obras están estrictamente controladas y son vívidas; a menudo son lienzos que juegan con figuras translúcidas, superponiendo imágenes como extraños recuerdos entremezclándose dentro de un sueño.
Cuando se le pregunta sobre si su pintura puede calificarse de hiperrealista, Eduardo responde:
"Yo daría más la razón a aquellos críticos teóricos que hablan de realismo onírico, fantástico y demás en mi obra, porque junto a ese realismo profundo y detallista que responde a mi estado de vigilia, también camina en paralelo dentro de mi obra el mundo de los sueños."
Hay algo fotográfico en el trabajo de Naranjo, no solo en su enfoque realista de la figuración, sino también en los bordes deshilachados y las texturas similares al papel que presenta, evocando fotografías antiguas encontradas.
Vuelto un artista al margen de las modas y de escasísimas muestras personales, es sin duda uno de los pinceles más prestigiosos y cotizados de la actualidad.
Su primera exposición individual tuvo lugar en las salas del Ateneo de Sevilla en 1962.
Finalizada su carrera, en 1966, estudió grabado con Luis Alegre y Álvaro Paricio y pintura al fresco con Manuel López Villaseñor. Tras ejercer la docencia en la Escuela de Artes Aplicadas de Marqués de Cuba, a partir de 1971 pinta con gran intesidad, preocupado fundamentalmente por la luz, la materia y las texturas.
Hacia la década de 1970, trabajó con autorretratos y paisajes, y a partir de allí, desarrolla un nuevo estilo sostenido en su obra, logrando innumerables exposiciones y reconocimientos tanto en España como en el extranjero.
Más que un artista con gran talento, Eduardo Naranjo es un hombre sencillo, familiar, cercano. Además del imprescindible silencio que acompaña la soledad del artista, a Eduardo le gusta la música clásica, el jazz, el flamenco y le gusta viajar.
Admira a todos los buenos artistas, todos aquellos que, por encima de las modas, saben expresar lo mejor de sí mismos.
Si se tratara de definirlo en una brevísima línea, podría determinarse que Eduardo hace arte por amor con una alta dosis de soberbia, lo que él define como un "arma de superación personal, sumamente válida aunque duela a veces a los demás y tienda a ser confundida."