Si te gusta la No Smoking Orchestra de Emir Kusturica o Goran Bregovic, no te pierdas la oportunidad de escuchar a Klezmerson, un ensamble que toma inspiración en los ritmos balcánicos.
Su estilo es la música del siglo XIX de los judíos de Europa del Este, pero con guitarras huapangueras. Al klezmer le agregaron congas, contrabajo, requinto jarocho, bajo eléctrico, flautas y jaranas; a la palabra le añadieron son y desde 2003 este grupo mexicano se presenta como Klezmerson.
Su peculiar sonido tiene como base el klezmer, un ritmo tradicional desarrollado por los judíos de Europa del Este y que se ha expandido alrededor del mundo. Básicamente este se relaciona con el movimiento de música balcánica, que parece estar tan vigente en el mundo.
Desde su formación en 2003, la agrupación es liderada por el violinista y compositor Benjamín Shwartz, quien acompañado de Guido Laris (bajo), Emilia Martínez (flauta), Alex Juan Torre (guitarra), Rolando Morejón (violín), Erik Urbin (darbouka), Rodrigo Santoyo y Juan Ernesto Díaz (ambos en las percusiones), logran una fiesta gitana que pone a bailar a cualquiera.
El gran logro de esta banda es haberle dado, de forma sumamente ingeniosa, un sonido mexicano a la música judía desde hace dos décadas atrás. Los integrantes de esta agrupación empataron, a través de su proyecto, diferentes culturas.
Resulta fantástico (y algo descabellado) pensar que en un principio sólo querían responder a la pregunta de qué pasaría si lograban comunicar dos culturas como la judía y la mexicana, que parecen ser tan diferentes, pero que en realidad son muy parecidas.
Cuando Klezmerson se gestó como proyecto musical en 2003, éste solo había sido concebido para presentarse en salas de concierto, pero con el tiempo han encontrado cada vez más espacios en distintas partes del mundo, así que sus ritmos han tenido una mayor penetración.
Hasta ahora, la banda ha actuado en foros de países como Austria, Dinamarca, Bosnia y Herzegovina, Alemania, Canadá, Estados Unidos, aparte de toda la República Mexicana.