El diario que escribió Ana Frank es considerado como uno de los documentos testimoniales más importantes del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial.
Debido a esto, durante años se buscó esclarecer quién había entregado a los nazis a la familia Frank y, al parecer, todo indica que ya se tiene la respuesta.
Por un lapso de seis años, un equipo conformado por historiadores e investigadores, entre los que se cuenta un ex agente del Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI), indigaron cómo (y por quién) es que Ana y su familia habían llegado al campo de concentración en el que fallecieron.
Resulta que Arnold van den Bergh, un importante notario de la comunidad judía en Ámsterdam, fue quien los entregó.
Van den Bergh fue un integrante del Consejo Judío de Ámsterdam, un grupo de personas que fueron forzadas a implementar la política nazi en los sectores judíos.
En 1943 dicha agrupación fue desmantelada y por lo tanto sus miembros enviados a campos de concentración.
Para que él ni su familia fueran a caer en un campo de concentración, Van den Bergh decidió dar información valiosa a los nazis.
El equipo especializado a cargo de la investigación halló evidencia que sugieren que Otto Frank, el padre de Ana, pudo haberse enterado de la traición pero decidió mantener esto en secreto.
En los archivos de una investigación anterior fue hallada una copia de una nota anónima enviada a Otto Frank que identificaba a Arnold van den Bergh como traidor, pero tal vez esto nunca se dio a conocer por el antisemitismo.