Por: Nancy Mookiena / AURORA
Ante la negación de un espacio propio para las mujeres, incluso en el espacio doméstico al que históricamente hemos sido asignadas, el famoso cuarto propio de Virginia Woolf, del que muchas ni siquiera han escuchado; es desde esa necesidad de expresión y un reclamo de independencia que surgen las primeras mujeres en el grafiti.
A finales de los setentas, en un contexto de emancipación y en medio de una ola feminista que buscaba la igualdad de género, aparece en Nueva York Lady Pink; mejor conocida como la “primera dama del grafiti”. Llega dando manifiesto de rebeldía e irrumpiendo en un territorio dominado por hombres. Así como ella, se hacen valer las primeras escritoras; con la idea de tomar lo negado y de hacerse visibles.
Al principio fueron tomadas como espectadoras o acompañantes, parte de un grupo o crew; pero aprendieron la técnica y tomaron fuerza, aunque además de atrevimiento, tenían que demostrar destreza. En el grafiti ilegal, la exigencia sistemática fue más fuerte, ya que el recordatorio de que la calle y la noche no son de las mujeres era una constante.
Durante décadas las grafiteras labraron un camino propio, algunas en la clandestinidad, donde su nombre, como un anónimo, se diluiría con el tiempo. Al extenderse el movimiento de grafiti contemporáneo a Europa, algunas escritoras crecerían y se moverían a pintar con otras técnicas, alcanzando reconocimiento; pero siempre eran las menos a figurar en las listas de festivales y publicaciones.
En México, durante los noventas y dosmiles, la historia no sería distinta. Un número contado de mujeres que más allá de la ilegalidad demostraban tener un estilo y mensaje propio, figuraron cada una en su grupo, sin conocerse o apenas escuchando de la otra. Rivalidad o no, había comparación y poco reconocimiento. En este ambiente surgen writers que hoy en día son claves en la historia del grafiti en Mexico: News, Mona y Basic. Al poco llega otra ola de grafiteras que también son un referente; entre ellas Fusca, Nie y Paola Delfín.
La misma historia del feminismo logró que surgieran libros, entrevistas y documentales claves como Girl Power (2009) de la graffitera checa Sany. En este film, la autora captura la emancipación femenina dentro del grafiti, dando referencias femeninas a niñas y generando así la posibilidad a más mujeres de expresarse. Cuerpos y voces que siempre habían estado ahí encontraron la forma de manifestarse.
En los últimos años la escena ha resurgido y la lista de mujeres que pintan, reconocidas o no como grafiteras, crece, así como los espacios que visibilizan su trabajo y el arte de las mujeres que se manifiestan. Surge una nueva ola de grafiteras y artistas urbanas como Maldita Carmen, Janín y Fredelle.
México es un punto de encuentro para artistas como Fabs (Ecuador), Vera Primavera (Ecuador), Meme (Argentina) y Erre (Colombia), por mencionar sólo algunas. Las fronteras se desdibujan y grafiteras de todo el mundo se encuentran para hacer correr más pintura y escribir juntas una historia de lucha común.
La lista de grafiteras ha crecido tanto que no nos alcanza un texto para mencionar a cada una. Prueba de esto es el festival que organizó Nia Fase, Juntas Hacemos Más, del 29 de abril al 01 de mayo de 2022 en donde contamos a 94 mujeres en el cartel y eso que no estaban todas.