Por:Mercedes Martínez/ AURORA
Lo pasajero es una característica del arte urbano y la vida misma; aun así, el apego a lo material nos hace sufrir cada vez que nuestro entorno se transforma. Una de las constantes de todas las intervenciones en el espacio público, es que pueden desaparecer de un momento a otro, sin importar si fueron hechas de forma legal o ilegal.
Así lo vivimos cuando despertamos un día y vimos que borraron el mural Mujer en diálogo con el progreso de Sego, en el mercado de la Cuauhtémoc; o cuando nos tocó despedirnos del mural Resiliencia de Vera Primavera en Insurgentes Sur; o cuando vimos que rayaron los murales de Erre y Hockzyn en la Escandón.
Mujer en diálogo con el proceso, por Sego. Foto: Mercedes Martínez
La realidad es que las intervenciones se pueden intervenir, rayar, pisar, tapar, cambiar o restaurar. Algunos muros pueden durar años mientras que otros no sobreviven el día. Puede gustarnos o no pero es parte del juego de pintar en la calle. Por eso la próxima vez que veas una intervención que te guste, no dudes y date un tiempo para verla con calma y disfrutar el momento.
Aunado a lo anterior, un fenómeno ya normalizado en el mundo del arte urbano es la renta o préstamo de paredes para intervenciones o marcas. Esto provoca que haya una serie de muros con fecha de caducidad, así como los anuncios espectaculares. Y quizá nos molesta pero, si lo pensamos bien, es casi lo mismo que las exposiciones temporales, solo que tenemos más oportunidades de ver los murales sin tener que pagar entrada de ningún museo o galería.
Serigrafía Erre que arda todo. Foto: Mercedes Martínez
Para compensar esa temporalidad tenemos muchos recursos, la fotografía es el más accesible de todos. La cámara funciona como un refugio de permanencia estática ante el constante cambio de la calle y de la vida misma. Con un clic (que muchas veces ya ni suena) logramos capturar momentos, espacios y temporalidades.
Además de la fotografía, muchos artistas y proyectos de arte urbano capturan sus intervenciones en obras únicas o limitadas, serigrafías, risografías, tote bags, stickers y playeras; alargando así la vida de sus muros y llevándolos a más espacios.
El festival AURORA cuenta con serigrafías de algunos de sus murales principales, así como un showroom itinerante de artistas urbanas. Al adquirir alguna de estas obras apoyas el arte urbano hecho por mujeres y permites que este proyecto independiente pueda seguir gestionando muros.
Showroom AURORA. Foto: Mercedes Martínez