La obra de Marc Padeu cuestiona la memoria del pasado y la relación con lo espiritual en las sociedades africanas actuales. Admite ser desafiado por el impacto de la violencia del terrorismo en la sociedad actual, así como por la representación contemporánea del legado del comercio triangular.
Graduado del Instituto de Bellas Artes de la Universidad de Douala (IBA), el joven artista camerunés ha logrado en pocos años establecerse en el panorama cada vez más dinámico del Arte Africano Contemporáneo.
Sus lienzos son un estrecho puente a ambos lados del Mediterráneo. Si bien los modelos que pueblan sus composiciones parecen provenir de la modernidad africana, las escenas representadas remiten directamente a la pintura religiosa del Renacimiento italiano.
Las composiciones de Padeu a menudo hacen referencia a las pinturas de los viejos maestros ya que se percibe particularmente preocupado por los peligros de la exposición a largo plazo a los agroquímicos, pero también señalando la sociedad de consumo, la globalización, la fetichización de marcas y el comercio.
De esta manera y bajo dicho mensaje, el trabajo de Padeu ha sido exhibido en el Museo Nacional de Yaoundé, Camerún, y en la Galería Nacional de Arte Contemporáneo gozando de un notable éxito.
A través de los años, una de sus obras más que más ha destacado es Sitting at the top of a pyramidal structure, La Vierge bleue, de 2018, realizada con acrílico y purpurina, considerada como una de las obras más imponentes del Arte Clásico Africano, que presenta a los pies de la Virgen María, las facetas de la raza negra a través de los años.
En dicho lienzo, la variedad cromática contrasta con la armonía de los tonos azules que se aprecian en el marco de la ventana. La topografía montañosa que aparece es una referencia directa a los paisajes pintados de fondo por el famoso artista holandés Joachim Patinir.
Con este trabajo y el variado rango de sus colores, el artista africano cuenta una narrativa de su ascendencia mientras prolonga las innumerables ocurrencias propuestas por la pintura italiana, resultando en un sistema de desvíos y referencias a la iconografía europea que cuestiona la complejidad de las relaciones de Occidente con África.
Desde ese punto de vista, sus escenas bíblicas que reinvierte son un eco de la actualidad de un continente sumido regularmente en las tinieblas de la violencia.
En los últimos años, sus obras han sido incluidas en la colección permanente del Banco Mundial en Washington, D.C., pero también en importantes colecciones privadas de este lado del Atlántico.
Actualmente vive y trabaja entre Douala y Nkongsamba en Camerún.