Mientras el movimiento Nihonga se enfrascaba con la pintura Yōga en un aclalorado debate, Hishida Shunsō pintaba gatos.
De esta manera, y con esa tranquilidad silenciosa que lo caracterizaba, Shunsō contribuyó a la revitalización de la pintura tradicional japonesa en uno de los momentos más cruciales del país.
Nacido el 21 de septiembre de 1874 en la prefectura de Nagano, Japón, Hishida se vio fascinado desde edad muy temprana con la pintura y tras graduarse de la secundaria tomó la decisión de estudiar en Tokio, primero con un pintor de la escuela Kanō, que enfatizaba el uso de materias y técnicas chinas, y luego en la Escuela de Bellas Artes con Hashimoto Gahō.
En 1898 se unió a la Academia de Bellas Artes de Japón donde fue gradualmente dominando el dibujo tradicional japonés añadiendo su propio estilo impresionista occidental, conocido peyorativamente como mōrōtai o vago.
Con el tiempo y adoptando el inusual método vago, Hishida Shunsō se fue abriendo camino en el gremio y entre sus contemporáneos gracias a su idea de quitar el énfasis a las líneas fuertes que antes eran características del arte típico del país y empezar a utilizar técnicas como karabake, que consistía en gotear pintura sobre una superficie húmeda y luego cepillarla con un pincel seco para conseguir efectos de gradación y cierto grado de luminosidad.
Excelentes ejemplos de este método se pueden ver en Autumn Fields, de 1899, e Inadahime, de 1899, este último una representación de una princesa mítica bajo un cielo turbulento pero resplandeciente.
En 1903, a los 29 años, Shunsō se unió al erudito Okakura Tenshin en una gira de dos años por Europa, Estados Unidos e India, donde estuvo expuesto a nuevos mundos del arte y a las técnicas mogol y con tinta china.
De vuelta a Tokio con mucha inspiración, Shunsō debutó con un nuevo estilo en la exposición Bunten en la Academia de Arte, y finalmente, el tímido y callado niño aficionado a los gatos estaba ante las puertas de la eternidad de la pintura japonesa.
El resultado es un trabajo extraordinariamente silencioso, cuidadosamente compuesto para lograr espacios vacíos, degradados pálidos, y un foco irreal en las figuras que se paraban en su lienzo. Sus pinturas hacia que los coleccionistas occidentales recordaran la obra del popular pintor estadounidense James Whistler, que había fallecido recientemente.
Encantador y contemplativo, Shunsō era popular en el extranjero, pero siguió siendo muy controvertido en Japón, lo que lo llevó a modificar más tarde su estilo para complacer a los crítios más feroces de la época, quienes se burlaban de su forma inusual y no le dieron reconocimiento público hasta dos años antes de su muerte.
Para Shunsō, la belleza de la naturaleza fue aún más evidente durante sus últimos años, cuando ya padecía serios problemas relacionados con los riñones, y de esta manera, dejó un legado de pinturas que se relacionan con la delicadeza, la travesura, la paciencia y la calma.