Recordamos a Giacomo Puccini, heredero de la gran tradición lírica italiana, pero abierto a otras corrientes y estilos propios del cambio de siglo; convertido en uno de los compositores de ópera más populares por sus obras cargadas de drama y patetismo, maravillosas melodías, y por la riqueza de los grandes papeles que brindan a los cantantes.
Conocido por su estilo distintivo, Puccini era un ávido fanático de la ópera y estudiaba a muchos de sus contemporáneos, incluidos Igor Stravinsky y Claude Debussy. Como tal, sus obras evolucionaron a lo largo de su vida, desde las influencias más tradicionales del siglo XIX que se ven en Manon Lescaut, hasta el estilo de realismo y verismo de Madame Butterfly.
Puccini nació en Lucca en una familia de músicos de iglesia con mucho talento musical. Durante varias generaciones, su familia había tenido controlada la música en la catedral de San Martino, y se entendió que algún día él también ocuparía el codiciado puesto. Cuando su padre falleció cuando él tenía tan solo 8 años, se le ocupó el puesto de director de coro para que se mantuviera ahí hasta la edad adulta.
Pasó muchos años formándose con ex alumnos de su padre y finalmente asistió a una universidad local donde estudió las obras de Verdi y otros grandes compositores. En 1880 se trasladó a Milán para estudiar en el Conservatorio de la ciudad, y mientras lo fue, asistió a muchas representaciones en La Scala, lo que marcó fuertemente y particularmente su estilo, ya que al poco tiempo escribió su primera ópera, Le villi, para el concurso de Sonzogno; que aunque fue rechazada por los jueces, se estrenó exitosamente en 1884, creándole incluso una rivalidad con Giulio Ricordi.
Unos años después, Giacomo lanzó su segunda ópera, Edgar, de 1889, que fue un fracaso para el público, pero después de varias reelaboraciones, logró un gran triunfo con Manon Lescaut, de 1893, su primera obra madura, que mientras la completaba, inició una fructífera colaboración con los libretistas Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, con quienes escribió posiblemente sus tres grandes óperas: La bohème, de 1896, luego Tosca, de 1900, y finalmente Madama Butterfly de 1904.
En 1904, Puccini que era un apasionado del automovilismo, construyó el primer vehículo todoterreno, pero sufrió un grave accidente que lo mantuvo un tiempo imposibilitado de trabajar, más cuando muere Giusseppe Giacosa, su gran colaborador.
Entrado hacia los años de 1900, Giacomo Puccini se colocaba en la cima de los compositores a pesar de lo intermitente que pudiera ser su obra, es decir, siendo querida o no. En 1906, se lanzó una pieza final que recibió grandes ovaciones en todo el mundo, y siguiendo la ola de su éxito, escribió otra pieza basada en una obra de David Belasco titulada La faniculla del West, que fue encargada por la Metropolitan Opera en 1910, pero recibió duras críticas por no ajustarse a los estándares tradicionales estadounidenses de dicho tiempo.
Fue en este momento que la vida del compositor nuevamente comenzó a tomar un giro a la baja ya que su matrimonio fracasaba y se llenaba de desconfianza que a menudo terminaba en amargas luchas.
Con todos los problemas que le causaron depresión, Puccini luchó por encontrar nuevos sujetos y colaboradores, pero continuó creando obras impresionantes como la ópera dramática La fanciulla del West de 1910 y la tierna comedia lírica La rondine de 1917. En 1918, embarcó en su proyecto más ambicioso, las tres óperas en un acto, Il trittico de 1918.
Conforme llegaban los años futuros, sus obras no fueron tan bien recibidas por las masas como él esperaba. Tuvo un pequeño éxito con Giana Schicchi, pero su siguiente trabajo, Turandot, quedaría inconcluso, ya que en la primavera de 1924 fue diagnosticado con cáncer de garganta y se sometió a tratamientos de radiación.
Los últimos años de Puccini los pasó trabajando en su última ópera Turandot, ambientada en la antigua China. Puccini nunca completó el acto final: murió a causa de su cáncer de garganta mientras trabajaba en el dúo de amor final. Al final, Turandot tuvo su estreno en 1926, en una versión completada por Franco Alfano.
Puccini, con talento para lo dramático y una verdadera pasión por la narración, fue capaz de crear estructuras y construir óperas equilibradas y conmovedoras. Si bien tomó influencia tradicional, sus partituras alteraron el papel de la orquesta, dando como resultado melodías teatrales que se han celebrado en todo el mundo.
Hoy, la casa de Puccini se ha conservado como museo, celebrando el legado de este gran maestro.