Un audaz innovador en la pintura, Arkhip Kuindzhi abrió caminos para muchos de los nuevos estilos de arte que asociamos principalmente con el siglo XX (Simbolismo, Art Nouveau, Expresionismo, Fauvismo y Primitivismo).
Pero empatando lo fascinante que es su incomparable talento como paisajista, es su notoriedad como un enigma, ya que no escribió un diario ni intercambió cartas con sus contemporáneos, por lo que cuenta con archivo claramente amplio, pero no muy claro en cómo era él como persona y artista.
Escribió solo unas pocas cartas a Pavel Tretyakov y a varios otros funcionarios, muy posiblemente, de acuerdo a sus historiadores, se debió a su pobre base literaria, ya que nunca recibió nada en el camino de una educación académica sistémica.
Nacido en 1842 en el seno de la familia de un griego rusizado, Ivan Khristoforovich Emendzhi, zapatero y productor de cereales, en Karasevka, un barrio tártaro en las afueras de Mariupol en la actual Ucrania, como muchos griegos de Crimea vivió el traslado de su familia a la costa norte del mar de Azov, y con el tiempo, fueron asimilados a la población local.
Christ in the Garden of Gethsemane. 1901. Fuente: Alupka Palace and Park Museum-Reserve
Como el cuarto y último hijo de la familia, Kuindzhi fue forzado al cuidado de todos sus mayores, aunque quedó huérfano a una edad temprana y terminó por ser criado primero por la hermana de su padre, y luego por su hermano mayor Spiridon y su esposa. Desde sus primeros días, el niño tuvo que realizar una variedad de trabajos exigentes, como cuidar animales, llevar registros del uso de ladrillos en el sitio de construcción de una iglesia católica, y trabajar para comerciantes de granos.
El futuro artista terminó solo un plan de estudios de dos años de la escuela parroquial y continuó educándose a lo largo de su vida por sí mismo. En 1868, tal vez siguiendo los consejos de Ivan Aivazovsky, en cuyo estudio privado aprendió, Kuindzhi se convirtió en un estudiante de la Academia Imperial de Bellas Artes de San Petersburgo, y en 1878 obtuvo el título de artista de primer grado, aunque nunca se presentó a exámenes en ninguna disciplina académica.
De acuerdo a sus descendientes, historiadores, y a aquellos con los que convivió cotidianamente, el artista poseía un feroz temperamento que se notaba en los argumentos y cuando solía expresar su opinión y la determinación con la que perseguía sus objetivos. En todos los campos en los que Kuindzhi se involucró, ya sea en el arte, la enseñanza o el comercio, siempre disfrutó de un éxito impresionante que en gran parte se debió a su fuerte actitud.
Por otra parte, los amigos del artista elogiaban sus virtudes morales, ya que además del arte, valoraba la amistad y tenía capacidad para la compasión, ayudando a las personas cuando era necesario y cuidando de sus estudiantes. Cuando cumplió la mayoría de edad, se casó con Vera Leontievna, con quien vivió una vida tranquila, aislada y modesta.
Además de la pintura, estaba especialmente interesado en la música, y de acuerdo a sus mismas palabras, veía a Dios en cada criatura viviente. Tenía una inclinación mística, religiosa y una visión panteísta del mundo. Solía llamarse a sí mismo una persona religiosa, diciendo "que la energía primordial llena todo el mundo". Literalmente asombrado por la naturaleza, tenía miedo de pisotear la hierba o pisar accidentalmente un escarabajo o una hormiga. Encontró, además, un gusto muy especial para los pájaros.
Los amigos y estudiantes de Kuindzhi recordaron su interés por la filosofía y, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, permaneció inmune al atractivo del naturalismo y el positivismo. El artista, entre todo, tenía reputación de monárquico intransigente, uno que, sin embargo, nunca tuvo miedo de hablar en contra de la burocracia, el formalismo y el legalismo.
Sus puntos de vista, que compartían algo en común con el punto de vista filosófico de figuras prominentes del renacimiento religioso ruso de su tiempo, le fueron sumando seguidores y estudiantes que se hacían llamar los "kuindzhistas" conforme avanzaba los años de su vida, quienes se convencieron del ideal cristiano del pensador que consistía en "vivir con todos y para todos", así como su apelación a atesorar incluso las manifestaciones más débiles de la individualidad de una persona.
Casi siempre juntos, los "kuindzhistas" trabajaban codo con codo, debatiendo cuestiones importantes, organizando veladas musicales. En verano, visitaban Crimea, donde el artista poseía una gran parcela de tierra, para dibujar. Además de las habilidades profesionales y los conocimientos artísticos, Arkhip Kuindzhi ayudó a cultivar en sus alumnos las cualidades que él consideraba de suma importancia: el compañerismo, la importancia de la ayuda mutua y el sentido de responsabilidad de los demás.
En 1910, ya hecho un hombre mayor para esa época, el pintor creó un testamento mediante el cual, tras su muerte, la Sociedad Kuindzhi recibiría todo su capital para gastar en la promoción el desarrollo del arte ruso, una iniciativa que los amigos y estudiantes del gran maestro formaron en febrero de 1909, un año antes de su muerte, y continuaría existiendo hasta 1930. La misión de dicha organización, de acuerdo a los fundadores, era ofrecer asistencia financiera a sociedades y grupos artísticos, así como a artistas individuales talentosos.
Con los años, su arte perdura como uno de los más cautivadores de todo el gremio de paisajistas, ya sea por sus impecables tonos o su reflejo tan literal que parece una vista ante nosotros.
"Estas no son pinturas, esto no es una imagen", escribió un crítico de Birch Grove. “Es la naturaleza misma, llena de aire y luz solar; no está pintado, pero por algún milagro el lienzo se convirtió en un lago y en un bosque".