Mihri Müşfik Hanım fue una mujer valiente, apasionada, ejemplar y extraordinaria con su arte y su vida, covirtiéndose en la primera mujer pintora en iniciar estudios de pintura contemporánea en Turquía.
Fuente: İstanbul Kadın Müzesi
Nacida en Estambul en 1886 en el último periodo del Imperio Otomano, fue hija de Çerkez Mehmet Rasim Pasha, uno de los más famosos profesores de la Escuela de Medicina Militar, por lo que siempre tuvo acceso a la cultura y a la difusión de las artes que crecían en Europa, lo que despertó su deseo de dedicarse a la literatura, la música o la pintura.
A medida que su interés por esta última disciplina se hizo más intenso, su familia comenzó a recibir lecciones de pintura del pintor de la corte Zonaro, que estaba bajo los auspicios de Abdülhamid II, sultán del Imperio otomano, en su taller en Beşiktaş.
En este tiempo, Mihri adquiere un cierto conocimiento sobre la pintura contemporánea y se convierte en la primera pintora en iniciar estudios de pintura contemporánea en Turquía, abriendo la brecha a miles de mujeres que el estudio de las bellas artes parecía solo un sueño lejano o una prohibición artera.
Enfrentándose constantemente a las restricciones que implicaba ser una mujer dedicada a la pintura, la joven encontró escapatoria a sus problemas a través de la ópera. Siguió con interés a los músicos que llegaron a la capital turca desde Europa, coqueteó con un director de música de origen italiano que conoció en uno de los conciertos a los que asistió y luego huyó con él a Roma, donde inició formalmente la carrera de la prodigiosa y valiente artista.
Tras su instalación y su incursión al estudio de las corrientes pictóricas, se mudó a París y comenzó a pintar retratos y hacer huecograbados para ganarse la vida, ya que en las calles de la capital francesa era común ver a los artistas vender su arte a los paseantes de la calle.
Al poco tiempo conoció a Müşfik Selami İnegöllü y se casó con él, con lo que consiguió un apoyo a su arte, paeándose por varias escuelas de Italia y Francia.
Fuente: A Social History of Late Ottoman Women: New Perspectives
En 1913, con 27 años, regresó a Estambul y comenzó a enseñar pintura en la Darülmuallimat, es decir, la Escuela de Formación de Profesores. Al año siguiente, incapaz de olvidar lo complicado que fue hacerse de un nombre como mujer, contribuyó al establecimiento de la İnas Sanayi-Nefise Mektebi (la Escuela de Arte para Mujeres), donde se convirtió en la primera directora y mujer artista en enseñar pintura.
En esta etapa, una de las más facinantes de la artista, se vuelca no solo como un pincel encantador de su país, sino como una férrea defensora de los derechos femeninos, más en un país donde los límites eran aún más estrictos para el sexo femenino. Uno de sus discuros más importantes de esta cuestión se leen en una carta que redactó hacia el ministro en turno:
Honorable ministro, señor. Con la introducción de la monarquía constitucional, el país disfruta de la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero estas bendiciones son solo para los hombres. Las mujeres están paradas donde están y ni siquiera pueden dar un paso hacia adelante. ¿De dónde vienen los privilegios? Hoy todo el mundo habla de igualdad y justicia. Pero, ¿dónde está la escuela de arte para mujeres? Todo lo que se hace es para los hombres.
Impecable en su redacción y en la estruendosa duda que planteó hacia las autoridades del país, su imagen, además de artista, fue de una líder que maravilló a muchos otros contemporáneos que batallaron por hacer notar aún más su trabajo.
Tras estos detalles que fortalecieron su imagen y capacidad, llegó a entrenar a muchas mujeres para pintar, como Nazlı Ecevit, Aliye Berger y Fahrelnisa Zeid.
Durante su estancia en la capital que la vió nacer, Mihri Müşfik Hanım se hizo amiga de muchos otros pintores de renombre, quienes lejos de alejarla debido a su sexo, la abrazaron fraternamente, haciéndola parte de los nombres más importantes de la pintura de Turquía, donde también resaltan İbrahim Çallı, Hikmet Onat, Fikret Adil y Namık İsmail, así como escritores como Ahmet Emin Yalman y Hüseyin Cahit Yalçın, y poetas como Rıza Tevfikit, Abdülhakın y Gabriele d'Annunzio, de quien fue amante, todos parte de lo que sería una generación dorada del arte turco.
Saliendo y recayendo en todas las controversias que le generó ser una mujer rebelde, artista y sin miedo a esconder su voz, Mihri Müşfik Hanım se las ingenió para llevar a cabo su pintura inspirda en poesía y la escultura, disciplinas inculcadas gracias a sus amigos y colegas, mismas que también practicó, aunque no se le dió el crédito que merece como escultora y poeta.
Hacia la década de 1920, se volcó a la docencia y se graduó como una de las retratistas más interesantes de su país, creando pinturas de hasta tres metros de largo.
Tras la muerte de su hermana Enise Hanım en 1938, Müşfik se trasladó nuevamente a París, donde continuó pintando y su arte fue admitido en la colección permanente del Museo del Louvre donde siguen reposando sus trabajos.
Sin embargo, después de la muerte de su sobrina Hale Asaf ese el mismo año, la artista se mudó definitivamente a los Estados Unidos para enseñar lo mismo que en Turquía, y gracias a su gran recibimiento entre los alumnos, fue profesora invitada en varias universidades de Nueva York, Washington y Chicago, realizando a la par varias exposiciones nacionales e internacionales.
Finalmente en 1954, mayormente dedicada a ser maestra e ilustradora de portadas de revista, Mihri Müşfik Hanım, la dama turca, falleció en Nueva York y fue enterrada en Hart Island, aunque su legado de artista y luchadora recibió varios homenajes en las aulas que creó e inspiró, tanto en su país como en aquel en el que falleció, dejando atrás miles de jóvenes inspirados por la poesía de su pincel.