Nick Cave no necesita introducción alguna. Artista multifacético, considerado un enfant terrible del rock australiano que también cuenta con un talento innato para el cine y la literatura.
Este compositor y cantante australiano con profundos los azules ha sabido reinventarse como pocos, hacer de sí mismo no solo una de las voces más interesantes de la canción contemporánea, sino una promesa literaria y hasta un exitoso guionista de cine.
La música es el arte que ha definido la carrera de Cave, de 64 años, pero su intensa relación con el cine ha confirmado su verdadero talento y la plasticidad con que se mueve entre disciplinas artísticas.
En diversas entrevistas, Nick Cave ha subrayado (y con bastante enjundia) que él no es un músico, que toca el piano fatal. Que él es escritor y que es la banda, The Bad Seeds, la que hace de una canción algo hermoso.
Su obra en la música ha sido comparada con la de Leonard Cohen y Tom Waits, lo que lo coloca en las alturas con los más grandes.
En el séptimo arte este artista no pasa desapercibido, nada. El trabajo que realizó en Lawless, cinta dirigida por John Hillcoat, es, por decir lo menos, impecable. Cave escribió el guión y compuso su banda sonora, un pretexto más para mostrar su fascinante versatilidad.
Otro momento cinematográfico que destaca en la carrera de Cave es su aparición en la cinta Wings of Desire, del alemán Wim Wenders, en aquella memorable escena en que Bruno Ganz, quien protagoniza al ángel convertido en humano, recala en un club nocturno en el que el cantante y su banda The Bad Seeds interpretan, precisamente, From Her to Eternity.
En cuanto a la música, Nick Cave es un universo complejo e insospechado.
Amor y crimen han sido temas a los que recurre una y otra vez en sus letras. Desde sus primeros títulos, el compositor evidenciaba su interés en esa retorcida relación que se establece entre un cadáver y su asesino. Por ejemplo, Your Funeral... My Trial, el nombre de su álbum de 1986, es elocuente en ese sentido.
Canciones como las que incluyó en los álbumes Murder Ballads, de 1996, y Abattoir Blues, de 2004, abonan a esta inclinación particular.
Respecto al amor, tanto a la celebración de su hallazgo como a su irreparable pérdida, ha dedicado discos como Let Love In, de 1994; Nocturama, de 2003, y The Lyre of Orpheus, incluyen letras que aluden a éste.
En el inventario musical de Cave no hay éxitos. Sus álbumes son, en su totalidad, los que respaldan su prestigio y dan forma a una de las discografías más consistentes del género.
A Nick Cave le seducen las obras de largo aliento, en las que prevalece un equilibrio de principio a fin, lo que también ha demostrado en sus incursiones literarias, principalmente en la novela And The Ass Saw The Angel, publicada en 1989 por Black Spring Press.
Así, sin duda alguna, podemos decir que Nick Cave es un artista al que se puede acceder desde distintas fascinantes facetas.